Messi es mucho Messi. Y claro que el Barcelona tiene Messidependencia. Claro que el Barcelona depende de lo acertado o desacertado que esté el argentino en cada partido. Los culés, gracias sobre todo al acierto de su superestrella, lograron los tres puntos en el Camp Nou ante una Real Sociedad que hizo todo y más como equipo para poder lograr al menos el empate. Dos tantos del 10 y uno de Alcácer dejaron en nada las dianas de Umtiti, en propia puerta, y de Xabi Prieto para los vascos.
La primera parte fue un duelo de poder a poder. De medir las zonas ofensivas y de ver las inmensas lagunas de ambos en defensas. Apenas hubo trabajo en la zaga, y casi todo lo que rondaba una de las dos áreas acababa en tiro o en gol. Fue justo lo que el espectador quiere, y lo que los entrenadores, sobre todo los más tácticos y estrategas, buscan evitar. El fútbol brilló por su presencia y las defensas hicieron lo propio, pero por su desaparición.
En esto, Messi fue el primero en anotar. El 10 regaló uno de sus clásicos latigazos desde fuera del área para desnivelar el marcador y para poner el viento de cara a los azulgranas. Antes del minuto 40, y después de un rechazo de Rulli, el argentino, a puerta vacía, empujó la bola para el 2-0. Ante una Real Sociedad muy seria, los culés tenían todo encarrilado gracias al de casi siempre. O tenían casi todo controlado.
Porque antes del descanso el duelo se volvió loco. Primero por el tanto de Umtiti en propia puerta tras un tiro de Iñigo Martínez. Luego, porque en la siguiente jugada, Alcácer aprovechó una asistencia de Messi para hacer el tercero. Y más tarde, porque Jordi Alba se comió la llegada de Xabi Prieto y este, al primer toque, puso el cuero en las mallas de Ter Stegen para el 3-2 con el que Barça y Real se fueron a vestuarios.
Gran partido, y gran fútbol ofensivo el que propusieron ambos. Gran espectáculo el que se prometía en el segundo acto. La Real Sociedad, tras el descanso, tuvo el empate. Lo tuvo en varias ocasiones, gracias a Canales y a Willian Jose sobre todo. Pero lo que tuvo, aunque suene a ciencia ficción en el Camp Nou, fue el control del partido y por momentos también el control de la pelota y de la posesión. El Barça, el Barça de dos caras, necesitaba algo.
Salió Denis Suárez por Alcácer, para sumar un mediocentro más a un equipo que había perdido la zona ancha, y el partido se calmó. El partido se fue a donde querían los culés. El arreón, duradero, del cuadro 'txuri urdin' pasó y los minutos pasaban a favor de los intereses azulgranas. El pitido final llegó, y los tres puntos se quedan en Barcelona. Lo que suceda en la Champions, ante la todopoderosa Juventus y el 3-0 que se llevan puesto desde Italia, es otro cantar.