Fue un partido enormemente plácido para los azulgranas, un oasis en mitad de los derbis de alto voltaje que ha tenido que librar con el Espanyol y cuyo tercer acto se vivirá el próximo miércoles, en Cornellà-El Prat, en la vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey.
No salió el Granada a esperar al Barça, tampoco a buscarlo, y pagó esa indefinición táctica y su falta de convicción para soñar con hacer algo grande en el Camp Nou.
José Ramón Sandoval armó una defensa adelantada de cinco hombres y, con el equipo andaluz partido por el medio campo, los azulgranas jugaron a placer desde el pitido inicial.
Aún no se había llegado al cuarto de hora y Messi ya ha había firmado un doblete. Al culminar, primero, una asistencia de Arda, de nuevo titular, y una preciosa triangulación al primer toque entre Neymar y Luis Suárez, para hacer el 2-0.
Antes, el propio Messi había dejado solo con un pase de tiralíneas a Jordi Alba, que se encontró con la primera intervención acertada del meta Andrés.
De los andaluces, apenas había noticias. El cuadro rojiblanco se marchó al descanso con solo dos goles en contra, pero le podían haber caído perfectamente media docena.
Messi, Neymar y Luis Suárez tuvieron algunas clarísimas. Al argentino, el meta del Granada le sacó una mano prodigiosa, el brasileño desvió el punto de mira en una volea con la zurda y el uruguayo falló un gol cantado con Andrés ya batido.
Doria, el mejor de la zaga visitante, también abortó in extremis dos o tres contras locales que prometían acabar en el fondo de la red. Porque el Barça, que recuperaba el balón con insultante facilidad a cada pérdida, llegó cómo y cuando quiso.
Los andaluces, con el joven Peñaranda bregando solo con toda la zaga azulgrana, sólo llegaron una vez a las inmediaciones de Bravo en toda la primera mitad y fue con un tiro desviado de Rochina desde la frontal, al filo del descanso.
Salió más vivo el Granada tras la reanudación, apretando al Barça más arriba y buscando con un poco más de intención la portería defendida por Bravo. Lombán lo intentó en un libre directo, pero su disparo acabó mansamente en las manos del portero chileno.
Aunque la mejoría ofensiva del Granada era una evidencia, el equipo de Sandoval seguía desangrándose atrás.
Una internada de Neymar por la izquierda acababa con un remate del brasileño al poste. El rebote llegaría a la bota izquierda de Messi, que remachaba a la red para firmar su triplete antes de la hora de juego.
Ahí quedó definitivamente finiquitado el partido. Pero Neymar quería su gol. Entre filigrana y filigrana y los lamentos de Suárez, una tarde de esas para olvidar la que tuvo hoy el uruguayo, lo encontró a siete minutos del final, para cerrar la goleada local.