Sigue aumentando el número de españoles que viven solos. El número de hogares unipersonales aumentó el año pasado en 54.100, hasta alcanzar las 4.638.000 viviendas, según la encuesta que ha publicado este miércoles el Instituto Nacional de Estadística. Los datos se explican, en parte, por el envejecimiento de la población y la mayor esperanza de vida de las mujeres. De hecho, si buscamos el perfil de persona que vive en soledad, nos encontraremos que cuatro de cada diez son mayores de 65 años, la inmensa mayoría mujeres y casi la mitad viudas. Es también un fenómeno que “tiene que ver con la mayor autonomía residencial de las personas mayores”, como explica en Onda Cero Juan Antonio Módenes, investigador del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El otro aumento significativo en la encuesta es el de los llamados "hogares monoparentales", formados por un adulto con hijos: el año pasado llegaron a ser 1.964.900 viviendas, lo que supone 67.400 más. Realidad que Módenes atribuye a "los procesos de separación y de divorcio que se asocian a la evolución del país". Ocho de cada diez hogares monoparentales están integrados por madre con hijos: en el 40,6% de los casos se trata de mujeres viudas, en el 35,3% de separadas o divorciadas y en el 12,1% de madres solteras. Además, en dos de cada tres hogares monoparentales el progenitor vive con un único hijo.
Aun así, los hogares más frecuentes en España siguen siendo los formados por parejas de hecho o de derecho: representan 10.100.000 del total de 18.406.100 viviendas que había el año pasado. Hablamos, sobre todo, de hogares sin hijos -3.860.000- o de parejas con un único hijo -2.880.000-. El tamaño medio de los hogares de nuestro país se reduce ligeramente hasta las 2,50 personas.
Uno de cada tres jóvenes sigue viviendo con sus padres
La encuesta confirma lo difícil que lo tienen los jóvenes españoles para abandonar el nido familiar. El año pasado, más de un tercio de las 5.533.100 personas de 25 a 34 años todavía no se había independizado. El porcentaje ascendió al 54,1% en la franja de 25 a 29 años. Generalmente, se emancipan cuando pasan a la treintena y su única opción es vivir en pareja. Los expertos hacen una interpretación negativa de estos datos, que indican dificultades para encontrar un trabajo estable, con una remuneración suficiente que reduzca la dependencia de las redes familiares. “Nos tendríamos que preguntar qué pasaría si estos jóvenes no tuvieran a sus padres y se vieran obligados a vivir en solitario, con condiciones laborales y de vivienda precarias”, concluye Módenes.