Llevamos dos semanas a golpe de acontecimientos que se precipitan e igual no está de más parar un momento e intentar contemplar los hechos con una cierta perspectiva.
El contexto y la perspectiva. Imprescindibles para entender lo que nos va sucediendo. Fue el tres de octubre cuando habló el rey. Cuarenta y ocho horas después del tongo que montó el gobierno catalán —el referéndum—. La frase del rey empieza con cuatro palabras clave: desde hace ya tiempo.
El Rey urgió a todas las instituciones del Estado. Por la quiebra de la legalidad democrática en Cataluña que se venía produciendo desde hace ya tiempo. Lo hizo una semana antes de que Puigdemont empezara con la parte contratante de la primera parte en su declaración de independencia. Porque ya antes de la declaración con freno pero sin marcha atrás estaba quebrado el orden constitucional, circunstancia que tanto el independentismo como el gobierno central parece que tienen interés en pasar por alto.
Ni mencionó el rey, obviamente, que hubiera de recurrirse al artículo 155 —no le corresponde a él concretar las medidas— ni especificó cuáles son los incumplimientos en que ha incurrido el gobierno catalán. Pero la cronología de los hechos despeja dudas:
• No fue por la Declaración de Independencia por lo que el Rey dijo lo que dijo.
• Luego no es la Declaración de Independencia el único motivo para aplicar medidas amparadas por el 155 o cualquier otro artículo.
Al gobierno le ha convenido poner el foco en la Declaración como expresión máxima (y parece que única) de la insurrección. Y al gobierno catalán le ha convenido retorcer de nuevo su argumentario para intentar convencer al personal de que la Declaración será consecuencia del 155 en lugar de causa. Debe de pensar Puigdemont que tenemos todos la memoria muy floja o que somos cortos de entendederas.
Los independentistas tienen razón en una cosa: la Unión Europea no puede mirar para otro lado. Es lo único aprovechable de la perorata que le ha soltado la señora que hundió el Parlamento catalán, Carme Forcadell, a un periódico de Alemania. Lo que pasa es que ella dice que Europa no puede apartar su vista de la represión del Estado español (y bla bla bla), mientras que Europa de lo que no puede apartar su vista es del riesgo que movimientos como el nacional independentista en Cataluña, con su desprecio por las normas comunes, su perversión diaria de los hechos y su afán por levantar fronteras exaltando, frente a la igualdad entre ciudadanos, las diferencias por razón de residencia o nacimiento, supone para la propia continuidad del proyecto de integración europea.
Enmanuele Macron lo puso ayer en el contexto justo y la perspectiva precisa. La perspectiva y el contexto.
Los riesgos para la supervivencia de la Unión Europea. Hace cinco años era la crisis financiera, los rescates, la quiebra griega. Hoy son los movimientos populistas e independentistas que socavan la integración y exaltan la diferencia.
Movimientos de desestabilización aplaudidos y alentados por el mismo gobernante que se apropió de Crimea aprovechando el conflicto armado en Ucrania: Vladimir Putin. Que ayer se regodeó en la crisis catalana para decirle a la Unión Europea que está sufriendo ahora lo mismo que sembró al alentar la independencia de Kosovo de la Serbia apadrinada por Rusia.
Encantado el ruso de que Europa se agriete y contribuyendo en cuanto puede —bien lo sabe el aparato propagandístico del independentismo catalán y el medio ruso Julian Assange— a generar problemas a los gobiernos europeos.
Eso sí, repitiendo Putin que esto de Cataluña es un asunto interno. Defraudando así a los independentistas catalanes pro rusos y a los rusos proindependentistas. “Asunto interno”. Decepción en la sala. Ni Putin, Romeva. Ni Putin. El consejero de Exteriores catalán acredita la hoja de servicios más inútil de la historia del procés. Su único trabajo era reclutar padrinos por ahí fuera y lo más que ha encontrado es a un ministro camboyano y, de manera tibia, a un primer ministro belga.
Novedades de las últimas horas en Cataluña:
• Nueva ocurrencia de los dinamiteros de Omnium y la ANC. Proponen a sus acólitos que a esta hora vayan a su oficina bancaria a retirar dinero, la cantidad que sea, y le den la chapa al cajero para que sepa que lo retiran como protesta por el cambio de sede social. Es importante que suelten el discursito porque si únicamente van a sacar veinte euros, por ejemplo, pues al empleado de la ventanilla le parecerá que podían haber usado el cajero y no será consciente del valiente acto de compromiso con el procés que está realizando la clientela. Para entendernos: el mismo activista por la independencia que cualquier otro viernes habría sacado del cajero cuarenta euros para irse al cine y a la cenar hoy tiene que retirarlos en ventanilla para que se sepa que es un boicot. Pueden hacer también como en “Toma el dinero y corre”. Escribir una nota con la protesta.
• La CUP pierde la paciencia con Puigdemont. La nueva acusación que le hacen es practicar el ramonetismo. No por los ramones sino por hacer la puta y la ramoneta, expresión muy catalana que significa incurrir en doble juego. Eulalia Reguant solo comparte la primera línea de la carta puigdemónica. El resto es ranmonetismo, dice.
• Y el comité de empresa de la SEAT de Martorell sostiene que hay presiones monárquicas para que se traslade la sede fuera de Cataluña. Al presidente del comité, el sindicalista Matías Carnero, le parece evidente que ha habido llamadas a la dirección aunque no es capaz de concretar quién ha llamado y cuándo. A Carnero le incomoda muchísimo lo que hace el gobierno central pero no parece incomodarle nada que la situación creada por su gobierno autonómico haya habido que aplazar la presentación del nuevo modelo. Sostiene que el momento de ventas es dulce y las previsiones magníficas. Ole y ole. Aquí un sindicalista enterao que vela por la estabilidad laboral de sus compañeros.