Monólogo de Alsina: "¿Rivera sobreactúa contra Rajoy por afán demoscópico o porque ya piensa en dejarle caer?"
Viene Rajoy dentro de una hora a Antena 3. Le espera Susanna Griso en el plató de Espejo Público. Igual viene con txapela el presidente. Y tarareando canciones de Imanol.
Ya saben que Rajoy con quien más trato tiene es con el PNV. Está todo el día al teléfono con Ortúzar y con Urkullu, que si el cupo, que si las inversiones, que si los presos, y se le han ido pegando las expresiones de ellos, ¿no?
Esto que ayer le llamó Rajoy a Albert Rivera, ¿cómo era, presidente?
Aprovechategui, eso es. Se imagina uno a Ortúzar diciéndole a Rajoy: 'este Rivera es un aprovechategui'. 'Y tú, Mariano, no seas amarrategi'. Claro, esto es como en las parejas. Que se acaba produciendo la simbiosis. Empiezas ofreciéndole tu tractor a Aitor…
…y acabas contagiándote de las expresiones del otro. Rajoy, como ya es casi tan del PNV como Urkullu, hace tiempo que tiene acento vasco y está a un paso de romper a hablar en euskera. Ya está preparada Susanna Griso por si el presidente inicia la entrevista con un "egunon, Susanna, mila esker (millesker) gonbidapenagatik". De nada, presidente, de nada.
Se suelta sobre todo si le preguntan por Rivera. Porque el único partido que traga a Rivera menos aún que el PP es, precisamente, el PNV. Cuando Susanna le pregunte por Rivera, ya verán que aprovechategui es poco. Lo menos que le dirá es que es arrapasarri, un txoriburu, Susanna, un tirintaina que en política no pasa de ser un sapalburu, con menos palabra que un alproja y chupándole el voto al PP, como los relinchoris.
Menos mal que Griso el habla alavesa la controla y sabe que lo que está diciendo Rajoy es que este Riverita nunca le ha gustado.
Ha estallado la guerra, otra vez, entre Rivera y Rajoy, Rajoy y Rivera.
Siempre peleados. Tan peleados como arrimados. Porque nada ha habido más solido en esta legislatura empantanada que el apoyo de Ciudadanos al PP para sacar adelante los Presupuestos y para impedir que los demás partidos saquen adelante iniciativas que no gustan ni a Albert ni a Mariano.
Competidores y, sin embargo, socios.
Ayer Rivera se puso hiperbólico y anunció que da por roto el acuerdo para la aplicación del 155. Oiga, palabras mayores. O a eso sonaba. Pero luego salió la pareja Hernando-Maillo a decir que no entendía muy bien qué estaba diciendo. Y que si acaso entendía que Rivera se comporta como un crío.
Infantiloide desahogado y de pataletas. Vuelve a tirar el PP del famoso diccionario de sinónimos de Rafa Hernando. Buscas por 'Rivera' y te sale…
Este último encontronazo, si hay que hacer caso a los naranjas, tiene como causa la dejación de funciones de Rajoy enCataluña. O la evidencia que cree tener Ciudadanos de que a Rajoy le incomoda tanto seguir con el 155 que está deseando que haya nuevo gobierno en Cataluña aunque para ello tengan que poder votar el politólogo Comín desde Waterloo y el inefable Puigdemont desde Puigdelandia. Que invistan ya a alguien y se acabe el 155. Zapatero diría 'como sea'. Que gobiernen ya como sea.
Rivera le recrimina a Rajoy que no haya recurrido al Constitucional el asunto éste del voto delegado (votar desde el sofá del salón de Waterloo con el iPad en una mano y el mando de la tele en otra). Y el gobierno responde que se recurre lo que se puede recurrir y lo que no, pues no. Porque Comín ya no es técnicamente un prófugo: está a la espera de que un juez belga vea si lo empaqueta para España o le deja vivir para siempre en la mansión.
Bueno, el tema de la trifulca de ayer fue éste. Pero lo que hay de fondo no es eso. Lo que hay de fondo es la competición entre Rivera y Rajoy por el voto conservador, tampoco hay que ser politólogo para darse cuenta.
Y lo que empieza a tomar cuerpo es la pregunta que, viendo lo de ayer, tiene más sentido que nunca: ¿coquetea Ciudadanos con la idea de liquidar ya la legislatura?
Éste es el tema.
Entre Rivera y Rajoy nunca hubo mucha sintonía.
• Rivera mira a Rajoy y ve un señor amortizado cuya base electoral desea para sí.
• Rajoy mira a Rivera y ve a un chico ambicioso y poco fiable cuya palabra vale poco.
La victoria de Ciudadanos en las elecciones catalanas, a costa de que el PP se quedara en las raspas, fue el principio de la guerra sin prisioneros que ya libran ambos partidos. En las encuestas la tendencia es evidente —Rivera se dispara, Rajoy se desploma— y si al primero le interesa la tensión para mantener esa tendencia, al segundo le interesa para tratar de revertirla. Ambos están en fomentar el descrédito del competidor ante el votante conservador que reclama firmeza en Cataluña pero también experiencia de gobierno.
El 155 sigue aplicándose, los Presupuestos aún no han sido aprobados y lo que un día parece claro al día siguiente se oscurece.
Y ésta es la cuestión que ahora habrá de despejarse:
Si Rivera sobreactúa por puro afán demoscópico o es que está ya en el cálculo de qué gana y qué pierde sosteniendo a un gobierno que emite señales inquietantes de estar grogui.
Si la táctica naranja es castigar al PP pero garantizándole a la vez el apoyo parlamentario o es que ha empezado a cuestionarse si ese apoyo le merece de verdad la pena.
¿Sostener al gobierno o dejarlo caer?
¿La rabieta infantiloide de un crío desahogado o la estrategia para cargarse de razones y acabar diciendo hasta aquí llegó este gobierno hipotecado?
¿Aprovechategui o sepultutegui?
En el tractor de Aitor sólo viajan cinco diputados.