Fernando Ónega

Hubo un tiempo de crueldades académicas y otras crueldades peores en que se decía: "la letra con sangre entra". Ahora, ante esta pandemia, se puede decir que "la letra con el virus entra". Cuanto más se extiende la plaga, más conscientes somos del peligro que nos rodea.

¿Cómo se te ocurre dudar de si me convenció el presidente? ¡Si soy facilísimo de convencer! Basta que me digan que se va a hacer algo y me callo.

¿Cómo se te ocurre dudar de si me convenció el presidente? ¡Si soy facilísimo de convencer! Basta que me digan que se va a hacer algo y me callo.

Buenas noches al señor ministro de Sanidad, don Salvador Illa. Me comentaba fuera de micrófono la primera persona que acabo de saludar, don Juan Ramón Lucas, que usted se vino al Gobierno como cuota de Iceta y el PSC, y mire en la que se metió: le pilló la crisis coronavirus, ha dejado de ser el tipo aquel de gafas que aparece con Iceta, habla poco, pero se entiende con Rufián, y ahora habla más que un presentador de las noticias.

Buenas noches al señor ministro de Sanidad, don Salvador Illa. Me comentaba fuera de micrófono la primera persona que acabo de saludar, don Juan Ramón Lucas, que usted se vino al Gobierno como cuota de Iceta y el PSC, y mire en la que se metió: le pilló la crisis coronavirus, ha dejado de ser el tipo aquel de gafas que aparece con Iceta, habla poco, pero se entiende con Rufián, y ahora habla más que un presentador de las noticias.

No es fácil echarle la culpa de la desconfianza a ningún gobierno, aunque la merezca. Los contagios se producen, aumentan sin control y cogen desprevenido al equipo más eficaz y previsor. Como cogen desprevenidos a quienes acuden a un funeral y setenta salen contaminados.