Fernando Ónega

El pin paternal es una joya para su explotación ideológica. En cuestión de horas se ha convertido en el gran argumento para levantar trincheras. La derecha levanta la suya, con el morbo de la pugna entre Vox y el PP, a ver quién es más contundente en su defensa.

Buenas noches a María Gámez, nueva directora general de la Guardia Civil. Este escribidor tiene la suficiente edad y algo de memoria para recordar una imagen entrañable: las primeras mujeres con tricornio; las primeras mujeres con el venerable uniforme de la Guardia Civil.

Buenas noches a María Gámez, nueva directora general de la Guardia Civil. Este escribidor tiene la suficiente edad y algo de memoria para recordar una imagen entrañable: las primeras mujeres con tricornio; las primeras mujeres con el venerable uniforme de la Guardia Civil.

Como casi todo en política, se abre un debate de fondo que termina en trifulca y, degenerando, degenerando, como el torero que terminó de gobernador civil, se convierte en lucha por el poder. El pin parental, que obliga a que los padres autoricen a sus hijos a asistir a talleres de género en horario lectivo, es un asunto serio. Incluso muy serio.

Como casi todo en política, se abre un debate de fondo que termina en trifulca y, degenerando, degenerando, como el torero que terminó de gobernador civil, se convierte en lucha por el poder. El pin parental, que obliga a que los padres autoricen a sus hijos a asistir a talleres de género en horario lectivo, es un asunto serio. Incluso muy serio.

Es que Pablo Iglesias no es "otro". Pablo Iglesias es vicepresidente del gobierno de Sánchez. El comunicado de Moncloa que respalda sus declaraciones asume sus tesis y sus críticas. Es solidario con Iglesias al enmarcar sus palabras en un ejercicio de libertad de expresión y de derecho a la crítica.