Lamayor campaña de vacunación mundial ya está en marcha. La estrategia no es nueva, las vacunas son una herramienta habitual y conocida en lucha contra los virus. Gracias a ellas hemos conseguido erradicar enfermedades como la viruela y otras como la poliomielitis o el sarampión van por el mismo camino.
Pero nunca antes habíamos tenido que reaccionar con tal rapidez a una pandemia que ha infectado también la economía global. “Hemos vencido a los virus generalmente a través de las vacunas, y éste es un virus más”, explica el doctor Julián Olalla, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología (SEIMC), “ la diferencia es que estamos hablando de un virus que tiene una mortalidad entre el uno y el dos por ciento y que ya nos ha puesto a prueba por su capacidad de infección y de producir ondas explosivas”.
Para dar con la respuesta partimos de todos los conocimientos reunidos a lo largo de todos estos años y de la propia cooperación de científicos en todo el mundo, además de inversiones millonarias para hacerlo posible. Y la solución ya está al alcance de las manos y, como no podía ser de otra forma, tiene forma de vacuna.
Las fechas
Tras meses de ensayos el 21 de diciembre la Agencia Europea del Medicamento (EMA) dio finalmente luz verde a la vacuna de Pfizer/BioNTech contra la covid-19, y solo es la primera de una lista de vacunas pendientes de aprobación.
Es cierto que se trata de una autorización para uso de emergencia, un recurso contemplado en la legislación europea (y en otros países) precisamente para luchar contra una "necesidad médica no cubierta" , y “en la medida en que el beneficio para la salud pública de su inmediata disponibilidad sea superior a la incertidumbre derivada de la limitación de datos disponibles”. Es decir, cuando el beneficio supera a los riesgos.
Aún así, la Unión Europea no ha sido la primera en autorizar esta vacuna, el Reino Unido hizo lo mismo el 2 de diciembre (comenzando a vacunar apenas seis días después) y Estados Unidos ya ha aprobado incluso una segunda vacuna, la de Moderna, el mismo 21 de diciembre.
¿Es segura?
Aunque el proceso se haya acelerado, eso no significa que las agencias internacionales hayan descuidado los necesarios filtros de seguridad. El doctor Julián Olalla nos recuerda que, de hecho, no vamos a ser los primeros en vacunarnos "En esta vacuna en concreto (Pfizer) más de 18.000 valientes han recibido ya el principio activo y otros 18.000 también se han sacrificado por la ciencia, recibiendo el placebo sin saberlo". Todas estas personas han sido sometidas a una vigilancia estrecha, midiendo cualquier tipo de efecto secundario desde el más leve al más grave.
"Casi la totalidad, el 95% de los efectos secundarios de una vacuna", explica el portavoz de la SEIMC, "se suelen registrar en los primeros dos meses". Y por ahora los descritos no revisten mayor gravedad. "Obviamente son efectos que no son desdeñables", aclara el doctor, "pero es que la infección (por covid) no es desdeñable. Nos jugamos mucho".
Por ahora la UE ha comprado, o plantea adquirir próximamente, siete vacunas diferentes, casi todas ellas ya en la fase III.
¿Quiénes serán los primeros en vacunarse?
Según la Estrategia de vacunación publicada por el Ministerio de Sanidad los protagonistas de esta primera etapa serán los más vulnerables: personal y usuarios de residencias de ancianos y personal sanitario en primera línea.
En el primer grupo se incluyen también los centros de día asociados a residencias de mayores y además en el documento se aclara que se comenzará la vacunación por los centros más vulnerables (con mayor número de internos, menor capacidad de prevención o centros que hasta ahora no han tenido casos de covid).
Y entre los sanitarios, se describe esa primera línea como la vinculada directamente a casos de covid, ya sea en procesos de triaje o atención de emergencias (en centros médicos o ambulancias), personal relacionado con la manipulación de muestras de covid y todos los implicados en el trato o el contacto con pacientes infectados, desde el personal de limpieza hasta los estudiantes. De igual forma, y siguiendo la misma escala de riesgo y beneficio, también se incluye a aquellos que trabajan con pacientes de alto riesgo (oncología, hematología) y, por supuesto, los equipos de vacunación.
Más adelante se ampliarán estos mismos grupos, incluyendo otro tipo de personal sanitario o las personas que atienden a grandes dependientes en sus domicilios, por ejemplo. Existen otros grupos ya definidos, como los trabajadores de servicios esenciales, los mayores de 64 años o todos aquellos que presenten condiciones de riesgo, pero no está establecido aún un orden concreto.
¿Qué sucede con los que ya han pasado la enfermedad?
Según el documento publicado por el Ministerio de Sanidad, no existe una muestra lo suficientemente amplia para determinar si es necesario o no vacunar a quienes hayan pasado ya la covid. No se sabe si han adquirido inmunidad o, de ser ese el caso, durante cuánto tiempo, y por tanto nunca debería ser un factor excluyente a la hora de vacunar.
Algunas de las vacunas que están en marcha ya incluyen en sus muestras a individuos con serología positiva por covid, pero a falta de más datos lo único que se puede establecer es una suerte de prioridad secundaria. Es decir, si se vacuna a los sanitarios, aquellos que hayan tenido una infección confirmada por SARS-CoV-2 podrán retrasar su vacunación hasta pasados 90 días desde la fecha del diagnóstico, dando así prioridad a quienes no se hayan contagiado con anterioridad.
¿Hay vacunas para todos?
Detrás de las estrategias de vacunación y del establecimiento de grupos prioritarios se esconde la respuesta a esta pregunta. Salvo por la vacuna de Pfizer, de la que la Comisión Europea ha comprado 300 millones de dosis, no contamos con ninguna otra que esté ya aprobada. Si a eso le sumamos que esta primera vacuna plantea problemas de logística debido a las bajas temperaturas de conservación que precisa, el resultado es que de momento solo se plantea la cobertura de la parte más vulnerable de la población.
El futuro es más esperanzador, ya que la misma Comisión Europea ha adquirido ya otras vacunas a la espera de que reciban sus respectivas autorizaciones. Por ejemplo, se han comprado 80 millones de dosis, con opción a 80 millones más, de la vacuna de Moderna, que se podría aprobar en pocas semanas.
Si sumamos todas las compras y las distribuimos de forma proporcional entre los distintos países de la Unión Europea, el resultado es una cobertura casi dos veces mayor que la población. Y eso algo que, lamentablemente, ni sucede en todos los países ni se ajusta a la incidencia de la covid.
¿Se pueden combinar?
“A nivel de población”, explica el doctor Olalla, “hasta que haya datos que digan que una vacuna funciona mejor que otra, bien a nivel general o a nivel de subgrupo específico, lo que tenemos que hacer es repartir y utilizar las vacunas de las que dispongamos”. La cobertura que mencionamos en el párrafo anterior se basa precisamente en una combinación de las distintas tipologías, ninguna alcanza por sí misma para cubrir a toda la población.
¿Y un mismo individuo? ¿Podría ponerse más de una vacuna? Para el portavoz de la SEIMC es una pregunta que ahora mismo no tiene respuesta, de igual forma que no sabemos qué va a suceder con el coronavirus en líneas generales, si necesitaremos revacunarnos cada año o si terminará ligada a una vacunación indicada para grupos de riesgo.
“Es un virus con el que estamos aprendiendo a convivir”, explica el doctor, “y dentro de ese aprender a convivir ya tenemos vacuna, cuando se ha cumplido escasamente un año. Esto no acaba aquí (con la vacuna), hay que ver hasta cuándo nos protege y de qué forma”.
¿Por qué deberíamos vacunarnos todos (los que podamos)?
La vacuna es una solución a un problema global, que nos afecta a todos, y por eso la acción debe ser también conjunta. La llamada inmunidad de rebaño es un concepto que explica la acción de las vacunas ante cualquier virus. Si solo se vacunasen algunos sujetos, la enfermedad seguiría contagiándose pero si nos vacunamos la mayoría de nosotros conseguiremos ponerle freno.
¿Y por qué habría de vacunarme si ya lo han hecho los demás? La respuesta es muy sencilla: por una parte, una vacuna, incluso con un 95% de eficacia, no es infalible. Tampoco tiene por qué interrumpir el contagio, sino solo evitar las formas más graves de la enfermedad. Eso significa que si, pese a todo, te contagias, no estarás protegido.
Y por otra parte existen determinadas contraindicaciones, como para cualquier medicamento, que hacen que algunas personas no se puedan vacunar. Un recién nacido, por ejemplo, tiene que esperar a ponerse sus primeras vacunas, de cualquier tipo. Durante ese tiempo es completamente vulnerable a todo lo que provenga de su entorno y por eso quienes le rodean, y sí se pueden vacunar, deberían cuidarse para cuidarlo a él. Lo mismo sucede con quienes por su perfil clínico no sean candidatos a recibir la vacuna.
“No se nos puede olvidar todo el sufrimiento que acarrea el coronavirus”, insiste Julián Olalla, “porque además este virus no tiene memoria, si no nos vacunamos puede volver a liarla… La matemática es muy fría y las cifras de muertos y los ingresos en UCI se cumplirán y eso son familias rotas. Es otra forma de hacer país, protegernos juntos”.