El FC Barcelona Lassa cayó ante el CSKA Moscú (92-76) en el Megasport Arena en la 12ª jornada de la Fase Regular de la Euroliga, en un partido donde logró competir durante 20 minutos pero se atascó en un primer y último cuarto que les condenó y llevó a otra dura derrota, esta vez ante un líder sólido que sigue imparable en casa y que acabó dañando a los blaugranas, en el buen retorno de Juan Carlos Navarro tras la lesión.
Estuvo bien el Barça durante prácticamente dos cuartos, remontando en el segundo y aguantando el tipo en el tercero, pero empezó muy mal el partido y lo acabó de mal en peor. Es la sexta derrota del Barça fuera de casa, la cuarta en la Euroliga, y ello les deja con un balance negativo de 5-7 que hace peligrar, pese a que queda mucho, la clasificación para el 'play-off'.
Todo lo contrario le sucede a un CSKA que es líder totalitario de esta Fase Regular con un balance de 11-1. Los rusos acumulan ya 17 victorias seguidas en casa y demostraron al Barça por qué son el mejor ataque de la competición.
Finalmente sin Nando De Colo ni Aaron Jackson, no echaron en falta a estos dos hombres clave en los esquemas rusos y, en un partido acordeón, acabaron imponiendo su fuerza y ataque a un Barça perdido y vencido por momentos.
Pese a la dura derrota, la imagen del Barça no salió tan dañada como parecía en el primer cuarto y pese al marcador final por la reacción que tuvo en el segundo y tercer cuarto. Tiró en ese periodo de coraje, de orgullo, y consiguió luchar de tú a tú con este CSKA imparable en casa y que jornada a jornada sigue ganando peso en las quinielas para revalidar el título que posee y defiende.
Si el Barça hubiera alargado esos 20 minutos de acierto, la batalla hubiera sido más reñida. Entró al último cuarto con opciones (71-65) pero tiraron por la borda el trabajo previo.
Le faltó continuidad al equipo de Georgios Bartzokas, que vivió demasiado de la aportación del recuperado Juan Carlos Navarro en el segundo cuarto y de Petteri Koponen en el tercero, así como del buen hacer de Víctor Claver (17 puntos).
Pero las pérdidas (23) y las desconexiones fueron el motivo de la derrota. Tuvo dudas el CSKA y se recuperó a base de triples y tiros libres. Cuando todo parecía ajustado, la magia de Milos Teodosic (16 puntos) llevó de nuevo al CSKA a gustarse y dominar, hasta el triunfo final.
Y eso que el 'factor Navarro' fue determinante para dar algo de emoción al encuentro. Su entrada al partido, después de dos meses y veinte partidos fuera por lesión, hizo que el rumbo del Barça en Moscú virara a favor. Sólo su presencia y su intimidación, pese a la evidente y normal falta de ritmo, provocó nervios en la defensa del CSKA. Entró a falta de 9:40 para el final del segundo cuarto, con el Barça 15 puntos abajo, y al descanso el partido estaba igualado (44-42). Firmó 8 puntos pero dejó buenas sensaciones.
Mejoró mucho el Barça, no solo por Navarro. Se pusieron las pilas atrás, 'secando' a un CSKA Moscú que se benefició de los hasta 19 tiros libres lanzados con un alto porcentaje de acierto, y en ataque se sacaron de encima el miedo que pareció atenazarles en el primer cuarto. Intentaron jugar más rápido, más contundente, y un parcial final de 0-9 les permitió entrar de nuevo en el partido.
Un duelo que parecía perdido al inicio del segundo cuarto, hasta esa entrada milagrosa del capitán blaugrana. Pero todo se desvaneció y el Barça Lassa volvió a correr perdido por el Megasport Arena, sin alma en ataque y con muchas pérdidas de balón, demasiadas para intentar asaltar el feudo ruso. Tampoco eran capaces de igualar la intensidad del CSKA, que jugó a placer, rápido y con espectáculo hasta llegar a una máxima de +18 puntos y reencontrar su mejor versión al final del choque.
Pese a jugar sin Nando De Colo ni Aaron Jackson, bajas finalmente en el equipo de Dimitris Itoudis, el baloncesto desplegado por los locales al inicio y final de partido fue dominador.
Implacable se mostró el CSKA con un 11-4 inicial y llegando a ganar de 13 puntos en sólo esos diez primeros minutos. Pases por la espalda, a una mano, buenos tiros en solitario, mates... Un espectáculo que el Barça pareció poder frenar a tiempo pero finalmente se rozó otro ridículo mayúsculo similar al del Clásico.