Era una estrella en la universidad y, tras dar el salto a la WNBA, vivió un calvario. Candice Wiggins rompe su silencio en una entrevista concedida al 'San Diego Union-Tribune', en la que asegura que le hubiese gustado seguir jugando más tiempo, pero "no era aconsejable por su estado mental".
Wiggins se declaró heterosexual y ahí es donde empezaron sus problemas en la liga de baloncesto femenina: "Me estaban rompiendo el espíritu, hay muchos celos y competitividad. Se comparaban tanto con los hombres que eran reflejo de los hombres".
No se quedó ahí en sus críticas y opinó que el "98% de las jugadoras de la WNBA son lesbianas": "Hay muchas reglas no escritas que ellas hacen que se cumplan, para mí fue terrible decir que era heterosexual".