Pau vuelve a casa aunque la Navidad ya quedó atrás hace unos meses. Y lo hace con un objetivo en mente: Tokio. El gran reto que el mejor jugador español de baloncesto de todos los tiempos se ha marcado entre ceja y ceja: añadir unos quintos Juegos Olímpicos a su ya de por sí maravillosa trayectoria profesional.
Y para ello y tras casi dos años transcurridos desde la intervención quirúrgica que reparó la fractura del escafoides tarsiano de su pie izquierdo, el genio de Sant Boi ha decidido regresar al equipo que le encumbró. En el F.C.Barcelona, Pau busca ultimar su total recuperación y la puesta a punto necesaria para unirse a su amada Selección y de paso tratar de contribuir a lograr con su reencontrado club uno de los pocos títulos que todavía se le resisten: la Euroliga.
Ganan todos
Gana Pau porque el magnífico roster azulgrana y la exigencia supina del coach Jasikevicius le demandarán su más alto nivel de rendimiento, juegue los minutos que juegue. Gana el Barça, porque si de algún punto flaquea el transatlántico culé es en el juego interior y la amplia experiencia de Gasol y sus 2'16 metros contribuirán a hacer de noche las pinturas a sus rivales. Ganan la ACB y la Euroliga, porque disponen de un inesperado gancho como reclamo que aumente sus audiencias televisivas. Gana Scariolo y por ende España. Porque con Pau en Tokio, si la NBA o las lesiones no lo impiden, nuestra enseña al completo volverá a fajarse por medalla sin duda alguna.
Bueno no, no todo es ganancia
Perdemos todos la oportunidad pintiparada de poder despedir in situ, cancha a cancha, ovación tras ovación, homenaje tras homenaje, a un icono de nuestro deporte, a un embajador universal de nuestro país, a la eterna sonrisa de nuestro basket. Pero el culpable de ello es el maldito virus y contra eso poco más nos queda que la resignación y las vacunas.
Pau vuelve a casa. Navidad quedó atrás. Pero Tokio está enfrente. Y por él no va a quedar. A Japón, vía Palau.