Desde el pitido inicial dejó claro el conjunto visitante que iba a recurrir a un arma siempre efectiva para él, los lanzamientos exteriores. Sus seis primeros puntos llegaron desde el perímetro por medio de Matt Costello y de Nikolaos Rogkavopoulos. Lejos de bajar el ritmo lo mantuvo hasta el descanso, pues 30 de sus 40 puntos a esas alturas los transformó desde la línea de tres con un porcentaje del 50%.
Obligaron a ese plan no solo la confianza a la hora de mirar al aro sino también las circunstancias, pues entre Walter Tavares y Vincent Poirier blindaron la zona firmando hasta seis tapones. Su trabajo en la defensa interior, impagable, lo complementaron con buenos registros en el lado opuesto, especialmente el pívot galo, que en veinte minutos acumulaba cuatro rebotes ofensivos.
Pero no solo con eso bastaba para resguardarse de los meteoritos que servía el Baskonia. De hecho el anfitrión no se escondió y optó por combatir el fuego con más fuego de la mano de Sergio Llull. El balear, desprovisto ya de la presión de convertirse en el máximo triplista en la historia de la Euroliga tras alcanzar ese honor el martes, clavó tres desde lejos entre el final del primer acto y el principio del segundo.
Tampoco se cortó Facundo Campazzo en uno de esos días en los que se encuentra cómodo. El argentino aportó ritmo de juego y puntos, 14 al paso por vestuarios con solo un tiro fallado de siete intentos, a un Real Madrid de inspiración coral que se fue a los vestuarios con seis de ventaja (46-40, min.20). Todo lo sembrado por los de Chus Mateo en la primera mitad lo regó y lo hizo crecer Guerschon Yabusele en el tercer cuarto. El francés retornó a la pista con solo dos puntos, y diez minutos más tarde ya atesoraba dieciséis, llenando el zurrón a base de triples y de mates autoritarios. La afición reconoció ese esfuerzo coreando su nombre.
Por su parte el bando vitoriano redujo su efectividad desde el triple. Pese a ello sobrevivió durante casi nueve minutos, momento en el que dos combinaciones virtuosas de Campazzo en el pase y Tavares en la finalización acabaron por elevar su desventaja hasta los catorce puntos. A partir de ahí el enfrentamiento empezó a parecer ya decidido, una sospecha que se confirmó con el parcial de 15-3 con el que dio comienzo el cuarto de desenlace. La losa de más de veinte puntos en contra fue demasiado pesada para el Baskonia, que aún así terminó adornando el resultado a base de orgullo.