Sumido en una dinámica de fijo discontinua, en busca de la victoria como rutina pero sin encontrar la manera, el conjunto blanco recibía en casa a un oponente para el que ir a la capital de España era sinónimo de mala noticia todos los años. Tanto que había vuelto derrotado en 14 de sus 15 visitas al feudo madridista en el siglo XXI. Pero este Real Madrid no es el de otros años. Y el Zalgiris tampoco, entre otras cosas porque cuenta en sus filas con Lonnie Walker IV. El estadounidense, que sonó como fichaje de los de Chus Mateo en verano, tronó la primera vez que pisó la pista del WiZink Center. Aunque lo hizo con otra camiseta.
Suyos fueron 10 de los primeros 16 puntos de los lituanos, los 6 que no metió íntegramente desde la línea de triples Brady Manek. Dos hombres con un destino ante la coralidad del anfitrión, que aceptó el órdago hasta un parcial de 0-5 en los instantes finales del primer cuarto (19-24, m.10). Por ahí empezó a vislumbrarse una pequeña grieta que en el arranque del segundo acto convirtió en socavón el taladro de Walker IV, quien siguió a lo suyo y lideró un 0-15 gracias a 7 de los 19 puntos que llevaba con menos de un cuarto de hora disputado. A partir de ese momento, eso sí, solo metió dos más hasta el pitido final.
Le ayudaron en la faena durante ese tramo Sylvain Francisco y Alen Smailagic, que no perdonaron las facilidades que les daba el Real Madrid para ejecutar triples liberados. Estas contribuyeron a que el equipo de verde pudiera meter 10 de los 15 lanzamientos exteriores que intentó hasta el descanso. Todo lo que sucedía en la pista no era sino el fiel reflejo de la impotencia de los de casa, que no lograban meter más de cuatro puntos seguidos y se perdían en protestas, una de las cuales le costó a Facundo Campazzo la tercera falta aún en la primera parte. El resultado al intermedio, 38-54.
La reacción madridista no se hizo esperar y se cimentó sobre una pegajosa defensa que dejó al Zalgiris en un solo punto durante los primeros cuatro minutos y medio. Sin embargo esa intensidad llevó a los árbitros a pitar más faltas y a generar parones que no solo impidieron despegar a los de blanco sino que irritaron sobremanera a Chus Mateo, expulsado por dos técnicas a los 23 minutos. Aún así no dejó de intentar recortar la distancia el Real Madrid, al que se veía más superior de lo que en realidad reflejaba el marcador, pues a pesar de que por momentos había dado indicios de algo prometedor, a falta de ocho minutos y medio cargaba con una desventaja aún mayor de los 16 puntos menos con los que se había marchado al descanso. Y las sensaciones no mejoraron durante el resto del partido ante un Zalgiris que fallaba poco y acabó logrando un triunfo cómodo para desesperación del anfitrión, al que se le empieza a acabar el tiempo para escapar de manera airosa del lío en el que se está metiendo este curso.