El luxemburgués Jean Pierre Drucker (BMC) aprovechó la cita de velocistas junto al Mediterráneo para imponerse al esprint en la decimosexta etapa de la Vuelta, disputada entre Alcañiz y Peñíscola, de 156 kilómetros, en la que el colombiano Nairo Quintana (Movistar) retuvo el maillot rojo de líder en jornada de transición.
Drucker, un especialista de ciclocross de 30 años, sufrió en Pirineos y a punto estuvo de bajarse de la bicicleta. Pero su intuición le dijo que en "La ciudad en el mar" podía alcanzar su día de gloria. Acertó. Se impuso por velocidad a los alemanes Rudiger Selig (Bora) y Niklas Arndt (Giant), con un tiempo de 3h.21.18, en un trayecto disputado a una media de 46,6 por hora.
Jornada de transición pura para los favoritos, que salvaron el día sin incidentes, en sus puestos y contentos pensando en el día de descanso que les espera en Castellón y provincia. Quintana, feliz con el colchón de 3.37 minutos sobre Froome y 3.57 respecto al colombiano Esteban Chaves (Orica). Alberto Contador, cuarto, al acecho, a sólo cinco segundos del podio. Tal vez planeando ya su próxima emboscada.
Después de las dos grandes etapas de alta montaña en los Pirineos, el pelotón se fue a la playa bajo un sol de plomo entre la capital de la Comarca del Bajo Aragón y la veraniega Peñíscola. El Alto al Castillo de Morella, de tercera, era la única dificultad montañosa de la jornada.
Por allí pasaron los seis escapados del día: el "Lince" marbellí Luis Àngel Maté (Cofidis), el joven noruego Bystrøm (Katusha), de 24 años, campeón del mundo sub'23 en Ponferrada 2014, el suizo Dillier (BMC) y el francés Morice (Direct Energie).
Proyecto condenado de inicio, ya que el pelotón en ningún momento permitió un retraso de más de 3 minutos. Había hambre de esprint después de días duros en las montañas. El Giant-Alpecin, IAM, Bora-Argon y Dimension Data se encargaron de que hubiese una llegada masiva, por eso a 15 kilómetros de meta los aventureros se diluyeron entre la marabunta.
Había temor por el viento cuando la carrera se pegó a la costa, pero Eolo no sopló, aunque falta hizo, ya que la temperatura superaba los 35 grados, insoportable con la humedad. Aún así, se plantaron al frente los hombres del Tinkoff de Contador y el Sky de Froome. Por si acaso.
No apareció el viento y los líderes se echaron a un lado. La etapa la iban a negociar los velocistas que quedan en carrera, los supervivientes de la montaña. Atacó el italiano Daniele Bennati (Tinkoff), en la baza de la sorpresa, pero el nuevo corredor del Movistar no tuvo fuerzas para contener a la bestia del pelotón.
Se formó el esprint, incontrolado, sin "treno" que controlara. Entre todos emergió otro "anónimo". Antes sorprendieron Meersman en Baiona y Lugo, Van Genechten en Puebla de Sanabria y Keukeleire en Bilbao.
En Peñíscola, junto al mar, los veraneantes en bañador se asomaron un rato a la Avenida del Papa Luna para ver como levantaba los brazos Jean Pierre Drucker, un chico simpático que cumplió 30 "tacos" el pasado día 3.
"Estoy feliz con mi primera victoria en una grande, es como un regalo de cumpleaños atrasado. Sufrí en el Aubisque y Formigal, pero quise seguir para encontrar una victoria como esta", dijo el ciclista luxemburgués.
Ahora, a descansar antes de la traca final. Quintana sonríe, contento de lo que está "aprendiendo de corredores como Contador, Froome o Purito". Y con cautela para no sufrir el "efecto Fuente Dé". Le espera una semana que puede ser inolvidable. Si Contador no decide lo contrario.