Suecia comenzó el Mundial ruso con una victoria decidida en Moscú, en la sala del VAR, y ejecutada en el Nizhny Novgorov Stadium, donde el equipo de Janne Andersson se impuso a Corea del Sur por un penalti señalado gracias al videoarbitraje.
El penalti, ejecutado por Andreas Granqvist en el minuto 65, le dio el mejor arranque a Suecia en 60 años, un dato que enseñar a Zlatan Ibrahimovic, mientras éste se pasea por el Mundial convencido de que, por más que no esté entre los inscritos, aún es la gran estrella nórdica.
La vida sin Zlatan es más democrática -la súper estrella sueca no tiene por qué ser el destino final de todas las jugadas- pero también más previsible.
Como Marcus Berg, que agota su carrera en el fútbol árabe, no es Ibrahimovic, Suecia se chocó contra la defensa asiática y Berg convirtió al meta del Daegu Cho-Hyung-woo en el protagonista del primer tiempo, sobre todo tras detener un disparo a bocajarro del atacante del Al Ain, a los 20 minutos.
Entre las paradas de Cho, en teoría el tercer portero de la plantilla, y la velocidad en el cruce de Kim Young-Gwon, Corea sobrevivió durante algo más de una hora, hasta que el VAR le dio a Suecia la posibilidad de abrir el marcador.
Fue una falta sobre Viktor Claesson, que el árbitro no sancionó hasta dos minutos después, cuando advertido por el VAR acudió a ver la repetición de la jugada. Granqvist no falló desde el punto de penalti y ofreció a su selección la primera victoria en una primera jornada mundialista desde 1958, porque los posteriores ataques coreanos fueron más voluntariosos que efectivos.