No hay otro resultado válido para Bélgica que el triunfo. Ni siquiera el empate, a la espera de medirse en la última cita con Suecia, parece un marcador suficiente para el combinado que dirige Marc Wilmots, soportadas las críticas tras el 2-0 con Italia y consciente de que su equipo se lo juega todo en el duelo de mañana.
Pendiente de Kevin de Bruyne, que ya se entrena con el grupo, pero del que el propio técnico ha dicho que hay que tener cuidado con su recuperación de unas molestias en la corva, y con Hazard a su disposición -ya ha superado unas molestias musculares y un golpe-, Bélgica sabe que el único camino hacia octavos es la victoria.
Hazard será titular en la media punta, mientras que Kevin de Bruyne es duda para la alineación inicial. Su presencia en el once dependerá de si está ya al cien por cien de su dolencia. La alternativa es Dries Mertens, el veloz extremo del Nápoles y también una garantía de desborde y profundidad para la selección belga.
En la otra banda entrará Yannick Carrasco. El desequilibrante futbolista del Atlético de Madrid, suplente en el primer duelo por su reciente recuperación de unas molestias en el tobillo sufridas en la final de la Liga de Campeones del 28 de mayo, jugó un cuarto de hora frente a Italia y ahora estará en el once de Wilmots.
Christian Benteke, más probable, o Michy Batshuayi, en la punta del ataque por Romelo Lukaku, y Thomas Meunier, por Laurent Ciman en el lateral derecho, son las otras dos novedades que se prevén en el conjunto titular de Bélgica para buscar una victoria indispensable frente a Irlanda. Una derrota le dejaría al borde del K.O.
A su favor, sus individualidades, el talento de muchos de sus jugadores desde la portería, con Thibaut Courtois, o la defensa, con Thomas Vermaelen y Toby Alderweireld, hasta la zona ofensiva, con los citados Carrasco, Hazard, De Bruyne o Mertens, su superioridad evidente en cuanto a calidad y sus precedentes contra Irlanda, con la que no pierde desde hace medio siglo, desde mayo de 1966.
Desde entonces, ha sumado dos triunfos, ambos por sólo un gol de diferencia, y cuatro empates ante ese rival, siempre en duelos muy equilibrados, aunque un punto ahora sería poco para Bélgica, ausente de las fases finales de la Eurocopa los últimos dieciséis años y necesitada de reafirmar sus individualidades con un éxito rápido.
En su contra, el déficit que aún tiene como bloque, la falta de gol que acusa en determinados momentos y su rival, una Irlanda que aspira a pasar por primera vez la fase de grupos de un torneo continental, después de sumar un punto ante Suecia. Aunque fue mejor que el equipo de Zlatan Ibrahimovic, no fue suficiente para ganar.
Ese empate lo pone en una situación incierta, pero a la vez prometedora, dependiendo del resultado de este sábado. Si gana, dará un paso casi decisivo hacia los octavos de final, si empata seguirá por delante de Bélgica y si pierde se lo jugará todo ante Italia.
Sin el delantero Jon Walters, lesionado en la primera jornada frente a Suecia, ni el portero Keiren Westwood, James McCLean es una opción para suplir la baja del atacante en una alineación en la que esa entrada reforzaría el centro del campo y en la que no se esperan más variaciones respecto al empate a uno frente a Suecia.