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Madrid | 18.06.2016 12:41
La selección islandesa ha pasado de ser un conjunto exótico -del país más pequeño en la historia que disputa una Eurocopa- a ganarse las simpatías de todos los aficionados, portugueses al margen.
Su meritorio y sorprendente empate ante el equipo de Cristiano Ronaldo, que concluyó el partido desesperado, no sólo le ha granjeado las simpatías de todo el mundo, sino que le ha abierto unas expectativas que a duras penas contemplaba al comienzo de la competición.
Porque el equipo que dirigen el sueco Lars Lagerback y el islandés Heimir Hallgrimsson ya no se siente inferior a nadie y afronta el encuentro ante Hungría, sabedor de que un triunfo prácticamente le mete en los octavos de final.
En Marsella, además, contará con el apoyo de los 27.000 fanáticos que han dejado un 8 por ciento más despoblada su isla para acudir a Francia.
No lo tendrán fácil, porque en Hungría también reina la euforia tras imponerse a Austria, su archirrival, por 0-2 en la primera jornada.
Con el meta Gabor Kiraly como líder y ya convertido en el jugador más veterano que ha disputado un partido de Eurocopa (40 años y 75 días), Hungría se ve en la segunda ronda, algo que no han disfrutado varias generaciones de aficionados que seguían viviendo del recuerdo de los "mágicos magiares" de los 50.
Pese a ser un equipo con jugadores veteranos, como Kiraly o Zoltan Gera (37 años), Hungría asienta su fortaleza en una buena defensa y un rápido contragolpe, que destrozó a Austria en el primer partido. Cuatro de los diez jugadores más rápidos del torneo en esos primeros encuentros de grupo, han sido húngaros y al frente de todos se ha situado Richard Guzmics, que llegó a alcanzar 31 kilómetros/hora (unos 11 segundos los 100 metros).
Los precedentes entre ambas selecciones favorecen claramente a Hungría (7 victoria por 3 derrotas), pero el último enfrentamiento (4-0) se produjo hace cinco años, antes de que la isla explotase todo su potencial.