Una derrota sin matices, rotunda casi siempre, eliminó de la Eurocopa a la selección española, la actual doble campeona del torneo, apagada desde el principio por Italia, su competitividad y su perfecto despliegue, doblegada sin discusión por 2-0 y sólo algo reconocible en los minutos finales en Saint Denis.
Desbordada de inicio, desaparecida hora y cuarto, sostenida en el partido por tres paradas de David de Gea y superada casi siempre, la Roja sólo tuvo alguna opción en los últimos instantes, cuando tuvo tres ocasiones, cuando se cruzó un increíble Buffon para mantener un camino, trazado mucho antes, hacia la eliminación de España, fuera del torneo. A Italia, el sábado en cuartos, le espera Alemania.
Lo mereció Italia, que no sólo defiende. Eso lo hace muy bien, pero también muchas otras cosas más desde la dirección de Antonio Conte. Tenía muy claro su partido. Cuando había que replegarse, atrás, compactos; cuando había que crear, salida de pelota y pase entre líneas; cuando había que contraatacar, vertiginosa velocidad.
Hubo muchos partidos en uno solo. Y todos los perdió España. Por muchas advertencias de Vicente del Bosque en estos días, su equipo se sintió superado todo el primer cuarto de hora por ritmo, con balón, sin él, en un área y otra, pero también después con otras connotaciones, incluso por ambición y siempre tácticamente.
Siempre tuvo Italia mucho más definido su plan, los sectores donde sufre España, los momentos para contener, para conducir o para atacar, el pase que buscar y la estrategia para alejar, primero, o minimizar, después, la conexión con la pelota de la selección española, sin una formula para tenerla, con todo lo que conlleva.
"Lo más importante es que seamos nosotros", decía Del Bosque en la víspera del partido. España no fue España en todo el primer tiempo, desbordada de inicio, con cinco centros alrededor de su portería en los primeros ocho minutos, con una sensación de estrés constante, sin fórmula para sacudirse de encima a su adversario.
Ni con el balón, el mejor acompañante siempre de España para jugar, creer y ganar, ni sin él. Salvado primero por De Gea, con dos paradas estupendas a remates de Pellé y Giaccherini, incrédulos ante el despliegue del guardameta, el segundo con ayuda del poste, ni la bajada de revoluciones posterior resolvió los problemas españoles.
Uno lo tenía entre su centro del campo y su defensa; un espacio estupendo para Italia y las maniobras de Pellé. Ahí, por el minuto 32, aún sin una sola ocasión de España -no la tuvo en toda la primera parte-, hubo una falta de Sergio Ramos; ahí, por el 33, Éder la lanzó con un potente tiro, centrado, como lo fue el rechace de De Gea, y ahí, a por ese balón, corrieron cuatro futbolistas italianos por uno solo español, Piqué. Chiellini empujó el 1-0 hacia dentro.
Un gol que había merecido antes Italia y que mereció también después. Voló entonces De Gea, recompuesto de sobra de su error con intervenciones posteriores, para evitar el 2-0 antes del descanso, del que partió una segunda parte como había terminado la primera. Con un cambio en España, Aduriz por Nolito, pero apenas nada más.
Inconstante, sin soluciones, España tuvo una ocasión, la única que le concedió Italia en una hora, cuando Morata cabeceó a las manos de Buffon un pase en una posición poco mejorable, como también la tuvo la 'Azzurra', cuando De Gea ganó, imponente, su duelo individual contra el veloz Éder, de nuevo a servicio de Pellé.
No apareció Andrés Iniesta. Tampoco David Silva. Ni Cesc Fábregas. Morata tuvo intención, pero se chocó contra un muro. La defensa nunca controló ni a Pellé ni a Éder. Ni cuando su rival se replegó, ni con el balón, España fue ese equipo incontestable que derriba a su adversario con paciencia, con fútbol y con eficacia.
No hubo rastro de esa selección española menos en el tramo final, cuando Andrés Iniesta y Gerard Piqué probaron por fin los reflejos de Buffon, que culminó la eliminación de España de la Eurocopa 2016 junto a Pellé, autor del 2-0 en el minuto 91, con dos derrotas en una semana. La primera, con Croacia, una advertencia. La segunda, definitiva para el adiós del campeón y el fin de la era Del Bosque.