Si los "Diablos rojos" eran al principio uno de los favoritos, por la constelación de estrellas que atesoran y porque son la nación europea mejor situada en la clasificación de la FIFA, nadie contaba que los magiares lideraran un grupo en el que coincidían con Portugal.
Bélgica deberá demostrar que el tropiezo de la primera jornada contra Italia fue un accidente y que la mejoría evidenciada desde entonces por los de Marc Wilmots responde al verdadero momento que atraviesa el equipo.
Por primera vez en su historia, Bélgica ha encadenado dos victorias consecutivas en una Eurocopa y aspira a una tercera que les acerque a su objetivo, igualar al menos la final que disputaron en 1980. El poder ofensivo que otorga al equipo la asociación Eden Hazard, Kevin de Bruyne, Yannick Carrasco o Romelu Lukaku otorgan a la selección belga un aura que todavía no ha dado todo su potencial.
El mejor ejemplo es Hazard, que encadena ya 637 minutos sin marcar con la selección, pero que ha dado las asistencias de los dos últimos tantos belgas. El jugador del Chelsea, a quien los medios atribuyen una mala relación personal con De Bruyne, es el gran capitán del equipo y a partir de ahora, cuando los partidos son a cara o cruz, se espera que marque la diferencia.
El seleccionador no tiene garantizada la presencia de Mousa Dembélé y Yannick Carrasco, que arrastran problemas físicos. En Bélgica se ha desatado cierta euforia, porque su selección ha mostrado una buena cara y porque tras Hungría, un rival a su alcance, aparecen unos cuartos de final contra Gales o Irlanda del Norte, dos debutantes en la competición.
Confortablemente situado en la parte sencilla del cuadro, pese a haber quedado por detrás de Italia en la fase previa, los belgas sueñan ya con las semifinales, pese a que el seleccionador se obstina en enfriar la euforia.
Esa superioridad es, justamente, la mejor arma de los húngaros que, sin apenas hacer ruido, lideraron su grupo y se presentaron en octavos como la nación más goleadora, con 6 dianas, empatados con Gales, y como un equipo compacto y sólido difícil de batir.
Asentados en una selección de experiencia, simbolizada en su singular portero Gábor Király y su chándal, el futbolista más veterano de la competición, Hungría aspira a rememorar viejos laureles y a convertirse en una generación gloriosa.
Pese a que no tiene grandes nombres, pese que sus jugadores no militan en los campeonatos mayores, los húngaros han logrado despertar un gran entusiasmo en su país Bernd Storck no duda en entroncar a su equipo con las gloriosas generaciones de los años 50 y 60.
No es casualidad si esta Hungría se ha convertido en la primera en superar la fase de grupos de una gran competición desde el Mundial de México de 1986 y su trayectoria es creciente desde que lograron meterse en la fase final de la Eurocopa por vez primera desde 1972 y tras superar una repesca contra Noruega.
Hungría carece de un gran goleador, pero ha conseguido la mitad de sus tantos desde fuera del área. Su determinación no parece tener falla y están dispuestos, incluso, a revertir una serie histórica de 8 duelos consecutivos sin victoria contra los belgas, en la que solo han podido arrancar dos empates. El último triunfo húngaro remonta a 1958.
Los belgas nunca han perdido contra los Húngaros en competición oficial y en su último duelo, en el Mundial de España de 1982, un empate Alex Czerniatynski en el último suspiro del partido permitió a los "diablos rojos" superar la primera fase a costa de los magiares. El otro partido oficial lo disputaron en 1972, cuando se jugaron la tercera plaza, que acabó con triunfo belga.