El Barcelona vuelve a ser el rival a batir, con un récord de 29 goles en la fase de grupos (a pesar de la derrota ante el Bayern) y que llega a esta final tras deshacerse de la Roma y Chelsea en las eliminatorias. Todo ello logrado sin su gran estrella, la centrocampista Alexia Putellas, que ya está de vuelta tras superar una grave lesión de rodilla.
Por este motivo, lo más lógico es que la ganadora de las dos últimas ediciones del Balón de Oro no juegue de inicio, pese a que tanto ella como su técnico, Jonatan Giráldez, han asegurado este viernes que está al cien por cien. En ese caso, su puesto en el once sería, una vez más, para Patri Guijarro.
Caroline Graham Hansen parece la única fija del tridente ofensivo arrancando desde el extremo derecho, con Salma Paralluelo o Mariona Caldentey partiendo de la banda izquierda y Geyse Ferreira como referente ofensiva en detrimento de Asisat Oshoala, quien se retiró del último partido de Liga con molestias en los isquiotibiales.
El Wolfsburgo, un hueso duro de roer
Para derrotarlas, el Wolfsburgo cuenta con la pólvora de la capitana Alex Popp, que esta temporada se ha proclamado máxima goleadora de la Bundesliga por primera vez, y de Ewa Pajor, la máxima realizadora de esta Champions.
Barcelona y Wolsburgo son dos viejos conocidos, pues esta será la sexta vez que se verán las caras en la máxima competición europea. Los últimos dos precedentes los encontramos la pasada temporada en las semifinales. Las azulgranas golearon (5-1) en el Spotify Camp Nou y cayeron por 2-0 en Alemania.
En los cuartos de final de 2014, las alemanas, que defendían el título, derrotaron a las catalanas en los dos partidos de la eliminatoria (3-0 y 0-2). Y también en las semifinales de 2020 a partido único (1-0), precisamente con un gol de Rolfö, ahora en las filas del Barça.
Dos estilos antagónicos que se volverán a enfrentar en Eindhoven: el fútbol de posesión y toque que forma parte del ADN del Barcelona y el de transiciones rápidas y jugadas de estrategia que también explota el Wolfsburgo.
