El Nápoles dominó los primeros compases del encuentro, pero en el minuto 10 Lenglet inauguró el marcador con un excelente cabezazo a la salida de un córner lanzado por Rakitic y este golpe de efecto cambió la dinámica del partido, que empezó a ser controlado por el equipo local.
En el minuto 23 Messi se inventó una nueva obra de arte y después de irse de tres defensores del Nápoles mandó con la pierna izquierda una parábola hacia el lado derecho de la portería de Ospina, quien nada pudo hacer ante la inspiración del argentino.
La que parecía la sentencia de la eliminatoria llegó en el 45+1 con un penalti transformado por Luis Suárez y cometido por Koulibaly sobre Messi. Pero en el 45+5 otro penalti, este transformado por Insigne y cometido por Rakitic, dejó abierto el segundo tiempo.
Ya en la segunda parte, el marcador no se movió aunque el Nápoles intentó recortar distancias sin resultado. En la recta final del encuentro, a veinte minutos para el final, Gattuso miró hacia el banquillo y decidió jugársela. Puso a Politano y a al mexicano Lozano. Más pólvora para forzar al menos un gol.
Milik lo consiguió anotando en el minuto 80, pero en fuera de juego; en el único de los pocos momentos en los que los italianos se acercaron sobre la meta de Ter Stegen. Al final debutó el canterano Monchu y el Barça manejó el balón, tocó y tocó y dejó morir el partido.
Los de Quique Setién jugarán así la final a ocho de Lisboa, donde se medirán al Bayern de Múnich, tras dejar muy buenas sensaciones en la primera mitad contra el Nápoles. El partido se jugará el próximo viernes 14 en la capital lisboeta.
El Barcelona será junto al Atlético de Madrid la representación española en esta fase final atípica por el coronavirus.