Era un encuentro importante, en un estadio complicado como es el de Ipurua y de esos rivales difíciles, de media tabla, pero en cuyos feudos es al final donde se ganan las Ligas.
Lo sabía Zidane y por eso no hizo experimentos, en forma de rotaciones, y sacó a los que vienen haciéndolo bien en las últimas semanas, con la novedad de Rodrygo cubriendo las bajas de Hazard y Vinicius. Volvía a apostar por la fórmula del doble lateral con Lucas Vázquez y Carvajal.
Salieron además con "las pilas cargadas". Por esa razón, el dominio blanco fue constante. De ahí, que no fuera de extrañar que en el minuto 6, Karim Benzema adelantó a los blancos. Pero la mejor noticia fue que no se rindieron y fueron corriendo a buscar el segundo.
Estuvieron cerca de conseguirlo en la siguiente jugada pero como mantuvieron el asedio constante en el minuto 13 fue Luka Modric el que anotó el segundo. Otra vez Karim Benzema hizo un movimiento perfecto de '10', que movió a la defensa de Mendilibir y permitió al croata aparecer en el área y definir con la maestría que le caracteriza.
Sin embargo, hay en un aspecto en el que no mejoraron... En la relajación y en esa forma de "bajar los brazos" que tanto ha caracterizado al Real Madrid de Zidane. Se relajaron y volvieron los sustos.
El Eibar de hecho encontró puerta rapida gracias a un auténtico golazo de Kike García, que metía al Eibar en el partido. Sin embargo, los blancos no supieron reaccionar con la misma claridad que lo hicieron en los primeros minutos. Faltaron "esas pilas" y por eso los sustos fueron constantes en la segunda mitad.
Asensio con una falta que rozó el palo y Rodrygo tuvieron ocasiones claras de hacer el tercero y cerrar el encuentro. Sí que lo encontró Lucas Vázquez en el descuento, confirmando una gran victoria así como su buen momento deportivo, que permite además al Real Madrid mantener una buena dinámica de resultados que se inició con la victoria ante el Sevilla y prosiguió con la clasificación de Champions y la victoria en el derbi.