El Celta de Vigo ganó a la UD Las Palmas en el Estadio de Gran Canaria (0-1) pese a jugar más de treinta minutos con dos futbolistas menos por las expulsiones de Ilaix Moriba y de su capitán Iago Aspas al comienzo de la segunda parte.
El equipo amarillo no supo interpretar la superioridad numérica desde entonces y el gol de Borja Iglesias en el minuto 28 de la primera parte resultó decisivo para que el conjunto gallego sume sus primeros puntos como visitante esta temporada, con un triunfo que agrava la crisis del conjunto isleño en la novena jornada.
Plácido resultó el primer tiempo para un Celta dominador, cómodo en la construcción del juego, pese a sufrir dos sustos iniciales de Las Palmas que desbarató Vicente Guaita ante los portugueses Essugo y Fábio Silva, sacando una mano para desviar sus disparos en los minutos 6 y 8, respectivamente.
Sin embargo, fueron dos espejismos en el desierto en el que se ha convertido el fútbol del equipo amarillo, que sufre demasiado sin balón, porque le cuesta recuperarlo.
Antes de marcar, el equipo de Claudio Giráldez ya había avisado con un gol que, tras ser concedido, fue anulado desde el VAR por fuera de juego en el remate previo de Borja Iglesias, que se estrelló en el palo; el balón rebotó en Williot, para volver a golpear en los dos postes verticales antes de entrar.
No aprendió la lección el conjunto amarillo, que en otra acción elaborada a placer por el Celta volvió a encajar otro gol, pero esta vez legal: nuevo centro sin presión de Óscar Mingueza, marcado con la mirada por Álex Muñoz, y otro remate de Borja Iglesias que acabó en la red, tras meterse sin oposición entre los dos centrales canarios.
Sin fútbol y sin ideas, Las Palmas pudo irse al descanso incluso con un castigo más amplio porque el propio Borja Iglesias casi sorprende desde unos 45 metros a Horkas después de una pérdida del equipo canario en zona prohibida para ello.
Suele suceder que cuanto un equipo ha vivido tan cómodo el primer tiempo, sale confiado tras el descanso. Y lo que ocurrió a la vuelta de los vestuarios es que el partido se ensució y Moriba vio dos tarjetas amarillas en dos minutos que desquiciaron al Celta y especialmente a su capitán, Iago Aspas, quien siguió el mismo camino, por protestar, e incluso pidió a sus compañeros que se retiraran del campo.
Con dos futbolistas menos y más de media hora por delante, la misión del equipo celeste era casi imposible. La presión era para el equipo local, muy favorito para aprovechar esa superioridad numérica, pero el Celta no solo se defendió bien, sino que se permitió incluso amenazar con un segundo gol.
Las Palmas no supo encontrar los espacios para generar ocasiones claras y las pocas veces que lo hizo se encontró con la respuesta de Guaita, como en una falta que ejecutó Campaña y en un intento de Moleiro, o también con la fortuna del poste en un cabezazo de Jaime Mata en el minuto 95, por lo que el Celta alcanzó la orilla de forma sufrida en todo un ejercicio de supervivencia.