Fue un partido de pocas ocasiones, muy táctico. Había mucho en juego y eso se notó. En el primer tiempo únicamente el israelí Shon Weismann, tras un error de Tapia al borde del área, amenazó a los porteros con un potente disparo que salvó Rubén Blanco.
No varió el guión del choque en el segundo acto, aunque ambos tuvieron ocasiones para adelantarse antes de que apareciera el ex celeste Orellana para desnivelar el choque.
En el minuto 56 una falta de Iago Aspas se estrelló en el larguero, con Roberto Jiménez haciendo la estatua; en el 65, cuatro antes del gol del chileno, Brais Méndez tocó lo justo para desviar el remate de Óscar Plano. Y poco después llegó el tanto pucelano. Un disparo lejano de Weissman, que Rubén desvía pero Orellana recogía el rechace y no fallaba en la finalización.
Sergio González movió ficha para defender con una línea de cinco. Su equipo no sufrió hasta la última jugada, cuando Murillo, con un potente remate de cabeza, explotó una acción de estrategia para dar un punto fundamental a su equipo, que mantiene la ventaja sobre el Valladolid, que alarga su sufrimiento, víctima de otro pequeño detalle que le cuesta el triunfo.