Cómo puede cambiar la vida de un jugador de un día para otro. O en el caso de Marcos Llorente, de un año para otro. Era indiscutible en el Alavés, con unos guarismos que dejaban incluso en pañales a los mediocentros más grandes de los más grandes equipos, y a punto estuvo de conquistar la Copa del Rey en el Calderón. Sin embargo, su regreso a la capital no fue tan positivo como él esperaba... al menos hasta ahora.
Porque Llorente ha necesitado de tiempo, de mucho tiempo, para poder sonréir vestido de blanco. El tiempo que ha pasado de no ser nadie, de ser de los más criticados por su escasa aportación tanto por aficionados como por los medios a convertirse en una de las claves de este Real Madrid de Santiago Solari.
Y es que ha aprovechado de la mejor forma posible la baja de Casemiro. Del indiscutible Casemiro. Del que, si no estaba, abría una enorme brecha por el centro que los rivales aprovechaban para desangrar a la defensa y a la portería del Real Madrid. Sin el brasileño, la contención no existía... hasta que Marcos Llorente ha cogido galones.
Hasta que se lo ha creído. Hasta que ha tenido la confianza suficiente para saber que lo que hacía e hizo en el Alavés lo puede hacer en el Real Madrid. Con él en el verde, aun sin Casemiro, los blancos tienen equilibrio. Lo tuvieron en Roma y en cada partido de Liga en el que él ha estado. En la hecatombe de Eibar no jugó, y los armeros le hicieron tres al equipo de Solari. Su único 'pero', la visita del CSKA al Bernabéu.
En el Mundial de Clubes se ha consagrado. Con Casemiro aún entre algodones, Llorente se sobra y se basta para cortar las ofensivas rivales y para comenzar el fútbol ofensivo de su equipo. Hasta marca, como demostró ante el Al Ain en la victoria y consecución de otro título por parte del Real Madrid.
Fue elegido MVP de la final, clara demostración de que ahora Solari tiene un bendito problema en su mediocampo. Problema porque ahora va a tener que elegir y dejar a Llorente o a Casemiro en el banquillo, y bendito porque ponga a quien ponga el equipo funciona.