Prosigue el sueño en Francia, convertida en una fiesta desde la victoria en el pasado Mundial, entregada a unos jugadores que, guiados por un brillante Kylian Mbappé, prolongaron la jarana ante Holanda (2-1) en su reencuentro con el público galo en el segundo duelo de la Liga de Naciones.
El atacante de 19 años está decidido a dejar su huella en la selección y firmó una actuación cargada de ambición, que puso patas arriba la defensiva apuesta de Ronald Koeman ante los campeones del mundo. Abrió el marcador en el 14 y, tras el empate logrado por Ryan Babel en el 67, fue Olivier Giroud quien cogió el relevo en el 75 cuando en las gradas se preparaba su sustitución por Ousmane Dembelé, el público murmuraba su nombre y se disponía a firmar su undécimo partido sin marcar, demasiado para el "9" de la campeona del mundo.
Se salvó de la quema para que la celebración fuera completa, porque con un segundo empate tras el Mundial de Rusia habría quedado ensombrecida, al igual que la majestuosa actuación de Mbappé. Fue una amenaza permanente para los tres centrales alineados por el exjugador del Barcelona, que vio cómo sus hombres tardaron en sacudirse la aprensión de jugar con un rival tan alegre.
El duelo marcó la distancia que hay ahora entre una Holanda que busca salir del naufragio -fue la segunda derrota en seis duelos del seleccionador- y una Francia que navega con las velas hinchadas por el viento de Rusia.
Mbappé lo intentó desde el pitido inicial y sin haber consumido el primer minuto dejó en el césped de Saint Denis una primera cabalgada que obligó a estrenar los guantes al meta del Barça Jasper Cillessen. Solo fue un aviso, porque el delantero del París Saint-Germain no dejó de probar su suerte.
Encontró premio en el 14, tras un error en el despeje del sevillista Quincy Promes que permitió a Matuidi internarse en el área por la izquierda para centrar al segundo palo donde apareció Mbappé. Su noveno gol en "bleu" en 24 partidos que denotan una influencia creciente en el equipo.
El joven punta ha marcado ocho goles y ofrecido dos asistencias en 2018. Argumentos que alimentan su candidatura para el Balón de Oro, una recompensa que Francia saborea ya bien en las manos de Mbappé, bien en las de Antoine Griezmann.
El jugador del Atlético de Madrid estuvo menos espectacular que su compañero, pero su incidencia en el juego es incuestionable. Marca el tempo de su equipo y de sus botas salieron un ramillete de pases peligrosos que hicieron olvidar la mala imagen que había dejado hace cuatro días en el debut de la Liga de Naciones contra Alemania (0-0).
El resultado fue un partido atractivo de Francia, que va mejorando la imagen de Rusia sin que se resientan los resultados, una bendición para el público. El equipo de Deschamps asfixia al rival, pero contra Holanda demostró por tramos que también es capaz de producir juego, de ser eléctrico en ataque, colgado a la zancada de Mbappé y a la clarividencia de Griezmann.
Holanda tardó una hora asomar por el área rival, pero hizo tambalearse a Francia en dos jugadas consecutivas, la segunda a la velocidad de un rayo por la derecha de Kenny Tete, cuyo centro acertó a conducir a las redes un oportuno Ryan Babel.
El empate amenazaba la jarana y Francia volvió a apretar, a demostrar el estatus recientemente conquistado y en ocho minutos volvió a ponerse por delante en el marcador, cuando Giroud se reencontró con el gol tras un buen pase de Mendy, que había sustituido a Lucas Hernandez en el lateral zurdo.
La fiesta estaba a salvo. Francia vive en estado de gracia y nada borra la sonrisa que se dibuja en los labios de la afición.