MUNDIAL DE QATAR 2022
20 de noviembre - 18 de diciembre
MUNDIAL DE QATAR 2022
20 de noviembre - 18 de diciembre
Madrid | 21.11.2022 10:46
Han pasado 20 años desde la última vez que una selección no-europea ganó el Mundial de fútbol. Fue el Brasil de Ronaldo, Ronaldinho y Rivaldo, que se impuso en Japón en 2002. Hoy la gloria sudamericana lo vuelve a intentar con una generación que no recuerda aquel triunfo brasileño, y que desde luego no ha visto a Argentina coronarse entre equipos de otros continentes.
La última oportunidad de Messi, la madurez física de Neymar y los últimos buenos resultados alimentan la ilusión en la Conmebol. Europa, mientras, olvida el pasado y las cuentas pendientes, demasiado ensimismado en un fútbol que no da respiro.
Es la gran señalada, y quizás eso puede no ser un buen aliado. El país más poblado de América vive cada cuatro años sumergido en el Mundial hasta el tuétano, entre la pasión y las exigencias, siempre con el tópico del talento ofensivo y siempre con un ‘diez’ que quiere entrar en el Olimpo del fútbol. Neymar soporta esa etiqueta sobre su espalda y lo hace encantado.
Ha vivido su verano más comprometido y ha llegado al otoño en una forma física óptima, algo con lo que pocos contaban. Está por ver si sus goles en el PSG y en una liga empequeñecida son el presagio de un glorioso Mundial y su tiempo ha terminado de verdad. Detrás espera Vinicius para ser el próximo mesías. Alguien debe volver a hacer grande a Brasil, algún día.
Nadie confiaba en los argentinos hasta hace un año, cuando Scaloni parecía un parche, Messi zozobraba en París y los talentos no terminaban de dar un salto adelante. Pero la vida de la albiceleste cambió cuando ganó la Copa América en Maracaná, ante la favorita brasileña.
Hoy Messi parece vivir su última juventud, en un rol menos eléctrico pero bien madurado, y el técnico ha logrado armar un equipo más sólido que el de sus predecesores. Al igual que Brasil, aún no sabemos si los últimos logros de Argentina están a la altura de una Copa del Mundo con los más grandes, pero desde luego la historia le tiene aún a Messi un rinconcito reservado, por si llega, en el lugar que siempre soñó y que nunca pudo alcanzar.
Es la campeona y parece que todos quieren doblegarla. Francia llega al Mundial con dudas y con un espíritu de superioridad técnica pero debilidad de juego que recuerda a cada paso que ha dado desde que llegó Deschamps al banquillo. Así han ganado un Mundial en Rusia y han fracasado en la Eurocopa de Wembley. Del equipo campeón se han bajado Kante y Matuidi y han sumado a Tsuameni, en lo que parece un cambio estimulante.
Si el torneo fuera un videojuego ganarían seguro, pero la vida fuera de los cromos no suele ser tan fácil. A su favor tienen, el hambre del futbolista más determinante del planeta en los últimos dos años, un Mbappe que dice tener claras cuál es su camino para ser uno de los más grandes de todos los tiempos.
Además de la campeona francesa, Europa cuenta con todas las candidatas de segundo nivel que esperan su oportunidad agazapadas. Inglaterra cuenta con un plantel potentísimo y bien curtido en las élites de la Premier League, pero sin un estilo de juego que dignifique su talento. España llega con un equipo lleno de debutantes y agarrado a una generación joven que juega mejor que nadie pero no domina las áreas.
Alemania vive un momento de refundación aunque se presenta con un plantel de mediapuntas envidiable. Y Bélgica presenta a su generación dorada ante la última oportunidad de triunfar en un Mundial, aunque con Lukaku y Hazard en peores condiciones que en el pasado. Todas ellas preparadas para la competición y capaces de lograr que la Copa, por quinta edición consecutiva, se quede en el viejo continente.