Parecía que el Napoli era un equipo condenado a la irregularidad, al ataque alegre y los problemas defensivos, un reflejo de la vida napolitana y de su presidente, el excéntrico Aurelio De Laurentis. Pero la llegada de Spalletti al banquillo partenopeo ha sorprendido a todos, no tanto por los resultados como por la sobriedad que ha conseguido inculcar en el equipo, tan acostumbrado a las curvas. Sin mucho ruido este Napoli ha plantado cara a Inter, Juve y Milan y se mantiene en la pelea por el campeonato italiano. Todo gracias a un mejor balance defensivo y un mediocampo de más toque y menos profundidad.
Estilo: adaptación
Lo que antes era un marcado espíritu ofensivo, vertical y veloz, ahora se ha convertido en una especie de pragmatismo camaleónico que le ha sentado muy bien a la liga. Un mérito del entrenador y de hombres clave que ocupan la columna vertebral: los centrales Koulibaly y Rahmani, el doble pivote Fabián y Anguissa, y Osimhen en la punta de ataque. Estos cinco jugadores sostienen los partidos con mano segura y dejan al resto los violines, que aparecen cuando el partido lo requiere.
Estrella: Osimhen
Llegó marcado por la polémica de los 75 millones que costó su traspaso, pero el nigeriano está demostrando que al menos tiene nivel para ser la estrella del Napoli. Su físico, su inteligencia y su remate lo convierten en un incordio constante para las defensas rivales. Una reciente lesión ha hecho que no pase por su mejor momento de cara a la portería, pero su simple presencia en el área ya es un arma poderosa, de hecho el pasado sábado provocó el penalti que arrebató un punto de San Siro. Antes de sus problemas físicos fue el delantero con mejor promedio goleador de la Europa League. Tiene 23 años, ha crecido en la pobreza de Nigeria y tiene la mentalidad para comerse el mundo, y de paso las defensas.
Debilidad: los laterales
La mejora defensiva del Napoli ha llegado por el centro de la defensa, pero las bandas siguen siendo una asignatura pendiente. Di Lorenzo y Mario Rui no son dos puñales en ataque y suplen sus debilidades en el uno contra uno conteniendo sus cabalgadas. Pero Adama o Jordi Alba pueden encontrar una autopista por sus carriles, mucho más transitables que la zona central. Si consiguen llegar a la portería, además, espera el colombiano Ospina, un portero veterano pero irregular, poco dado a los milagro.