Las prisas que el ruso Roman Abramovich tenía para deshacerse del club no eran una exageración. El Reino Unido ha congelado sus activos y le impide realizar negocios con ciudadanos del país. ¿Qué implica esto? Que el Chelsea no podrá recoger beneficios de ninguna transacción.
La operación más importante que queda en el limbo es la venta del club y por la que pasa el futuro más inmediato del equipo. Abramovich había puesto como fecha límite el 15 de marzo por el temor a las sanciones, pero no le ha dado tiempo a encontrar un comprador adecuado.
Si el Gobierno da un permiso especial al Chelsea para seguir adelante con la operación, Abramovich no recibirá ningún beneficio por la venta del club, aunque el magnate ruso ya avisó que cualquier dinero que percibiese por ello iría destinado a las víctimas de la guerra de Ucrania.
Difícil situación para el Chelsea
El club londinense ha recibido una "licencia especial" para que pueda seguir operando en el día a día. De este modo podrá pagar los salarios a todos sus empleados, incluyendo jugadores y entrenadores. También podrán dedicar 20.000 libras (23.800 euros) para cada partido que jueguen fuera de casa, en concepto de viaje y estancia.
Otro de los golpes a las finanzas del Chelsea llega en el estadio: no podrán vender entradas para partidos a partir de este 10 de marzo, por lo que solo los socios podrán acudir a los encuentros. La tienda del club, en los aledaños de Stamford Bridge, queda cerrada de inmediato.
El Chelsea sí seguirá ingresando dinero por las retransmisiones televisivas de sus partidos, pero este irá a un fondo para continuar pagando los salarios de los empleados.
En lo deportivo, se abre una gran incertidumbre de cara a la plantilla de la próxima temporada. Si nada cambia, el Chelsea no podría acometer las renovaciones de Rüdiger y de Andreas Christensen, a los que habría que mejorar su salario, algo que no es posible con las restricciones actuales. En el aire queda también la continuidad de Azpilicueta, con una cláusula de renovación automática en su contrato.
La situación de no poder vender ni comprar jugadores no es nueva, puesto que ya sufrió una sanción de la FIFA en 2019 y eso le sirvió para desarrollar a futbolistas como Mason Mount y Reece James. Ahora la situación es mucho más grave.