Todos coincidimos al término del partido: ES LO QUE HAY.
Empezando por Gerard Piqué, uno de los capitanes y autor de la frase en cuestión; pasando por las portadas de los principales diarios deportivos de Barcelona y la mayoría de los cronistas y espectadores que observaron la enorme superioridad del Bayern de Múnich sobre el actual Barcelona a las primeras de cambio en la Liga de Campeones.
Lejos de la élite
La de ayer fue una bofetada de cruda realidad. Un encuentro cara a cara con la situación real que debe vivir el barcelonismo en los próximos tiempos. Lejos de la élite. Incapaz de competir en su estadio ante equipos como el alemán y por extensión los Manchester, PSG o Chelsea. Parece que hoy por hoy están muy lejos de ellos.
Te queda la esperanza de que una vez recuperados los Ansu, Dembélé y Agüero el equipo compita a un más alto nivel, pero puede ser demasiado tarde para algunos objetivos y son jugadores que por sus características o relación con las lesiones generan muchas incertidumbres.
La reconstrucción
Asumir la realidad deportiva actual del Barcelona es el primer paso para sobrellevarlo. Otro debate es si el club y su afición se pueden o quieren permitir una transición más o menos larga y dar un golpe definitivo en la puerta del vestuario para que empiecen a tener más protagonismo los jóvenes valores del futuro. Esa es la cuestión y la decisión que a lo mejor precipitadamente se tiene que tomar a no tardar mucho.
Los señalados
La afición señaló al entrenador pitando algunos de sus cambios y también a algunos jugadores. En especial descargó su ira sobre Sergi Roberto, una de las vacas sagradas del vestuario. Koeman también señaló al propio Roberto y a Sergio Busquets cambiándoles con media ahora aún de juego por dos jóvenes de apenas 18 años. Mal asunto.
Otra cuestión es el manejo del partido por parte del entrenador Ronald Koeman con los mimbres que tenía. Pocos efectivos en ataque por las bajas de Dembélé, Agüero o Braithwaite. Eligió miedo y lo confió a protegerse atrás con tres centrales. Un planteamiento conservador, como es él. Y le salió mal. De haber apostado por un 4-3-3 con Roberto adelante o con Yussuf Demir posiblemente nadie le hubiera recriminado su valentía de ir a por el once bávaro. Pero Koeman es así y morirá así en el banquillo. Y el culé volvió a decirle ayer que Koeman no le gusta. Es un mito y se le respeta, pero no comulgan con él, y eso es un problema. Un problema para Laporta.
La noche fue larga. Las reuniones en el palco se alargaron hasta la madrugada. Es la hora del presidente Joan Laporta. Será el próximo señalado.