Pim, pam, pum. Tres disparos. Tres fogonazos. Eso es lo que ha necesitado el Rayo Vallecano para desarbolar al Leganés y dar un pasito más hacia la Primera División. Desde luego, la primera parte del partido no hacía presagiar un marcador ni tan abultado ni con tantos goles, pero los de Vallecas se soltaron en la segunda mitad.
Y es que los primeros 45 minutos nos mostraron a dos equipos atenazados, sin querer arriesgar, conscientes de lo mucho que se están jugando y de que cualquier pequeño fallo te puede penalizar un mundo. La mejor ocasión fue para el Leganés, pero Luca Zidane sacó una buena mano.
Tras el descanso, ambos equipos dieron un paso adelante, pero el control seguía sin estar claro. Y fue entonces cuando llegaron los tres minutos mágicos del Rayo: dos goles casi seguidos de Álvaro García y Bebé que dejaron tocado a un Leganés que terminó de hundirse en la prolongación con el segundo del portugués que suponía el 3-0 definitivo.