Las sonrisas que hubo en el saludo inicial entre Mouinho y Xabi Alonso, ambos con pasado madridista, desparecieron en cuanto el colegiado señaló el inicio del choque. Cada uno tomó un camino e intentó anticiparse a los movimientos del otro, pero fue el luso el que se llevó el gato al agua.
Salió muy intenso el conjunto de Xabi Alonso en el Olímpico de Roma, con dos acercamientos que, si bien no terminaron el ocasiones de peligro, pusieron sobre aviso al Roma, un equipo que pese a todo sabe explotar al máximo sus virtudes y minimizar las del rival.
Poco a poco, el Roma fue más Roma y Leverkusen cada vez más pequeño. Y en la segunda mitad se confirmó la tendencia con la que había acabado el primer acto. Mucho más vertical que en el inicio, la 'Loba' empezó a percutir. Spinazzola, bien cubierto siempre por Frimpong, consiguió desbordar. Y Belotti y Abraham empezaron a carburar.
El partido lo iba a desbloquear un canterano, un jugador nacido en Roma, un jugador al que Mourinho siempre le ha dado su confianza. Bove recuperó el balón cerca de la frontal, cedió para Abraham dentro del área, pero el ariete tuvo que devolver el balón a su compañero, que desató la locura en Roma en el minuto 63, acercando la que sería la segunda final europea consecutiva.
Mourinho le ganó el primer duelo a su alumno. Pero la eliminatoria sigue muy abierta. El Leverkusen se decidirá todo, aunque el Roma viaja con ventaja.
