El Real Valladolid ha sumado tres puntos, que pueden resultar vitales en la recta final de la temporada, sorprendiendo al Barcelona con su "valentía", ya que en esta ocasión sí mostró su versión más ofensiva, y seguridad en defensa, ante un rival amenazante, pero sin efectividad.
Ambos equipos saltaban al césped del José Zorrilla con numerosos cambios en sus filas, respecto a la anterior jornada liguera y, cuando el público se hallaba en plena protesta, haciendo airear bolsas negras, en protesta por los arbitrajes, Christensen subía el primer tanto al marcador.
Pero no para su equipo, sino para el conjunto local, ya que marcó en propia puerta, cuando trataba de despejar un balón que iba para un Larin que esperaba en solitario para rematar. Así, ya en el minuto 2, los vallisoletanos adquirían ventaja para afrontar un partido que se preveía complicado.
Y se complicó aún más con la lesión de Joaquín, al que sustituyó el canterano David Torres en el minuto 16. A eso se añadía un mayor acercamiento del rival, con protagonismo para Raphinha, cuyo disparo despejó Masip.
La necesidad de los locales se tradujo en empuje. Y en una de las llegadas al área azulgrana -en este partido, dorada-, Ter Stegen salió mal, dejando la portería vacía y, para evitar el disparo de Plata, Eric García terminó derribándole de manera clara, con lo que el colegiado no dudó a la hora de señalar la pena máxima.
El encargado de transformar el penalti fue Larin, con un disparo raso, pegado al poste izquierdo, que no pudo detener el cancerbero alemán. 2-0 y la afición entregada a su equipo, para que mantuviera la intensidad, ya que el Barça no podía perdonar más.
De hecho, Masip impidió el primer tanto visitante, con dos intervenciones consecutivas: la primera, para detener el disparo de Raphinha y, tras el córner, el remate de cabeza de Christensen.
Los vallisoletanos perdían el balón con facilidad, lo que aprovechaba el Barça para crear peligro, con varias incursiones que, sin embargo, no obtuvieron fruto, por lo que se llegó al descanso con el 2-0 favorable a los blanquivioletas.
Tras la reanudación, Xavi Hernández movió fichas, y cambió a Ter Stegen -para proteger el trofeo Zamora- y a Sergi Roberto, por Kessie. Y ya desde el primer momento dejó claro que no estaba dispuesto a hacer más concesiones.
La llegada desde atrás de Balde pudo haber hecho mucho daño, pero no tuvo precisión y mandó el balón al lateral de la meta local. Ese comienzo del dominio catalán trajo consigo cambios en los locales: Roque Mesa y Olaza, que no suelen ser titulares, fueron sustituidos por Monchu y Escudero. Hacía falta aire fresco para frenar al Barça.
La consecuencia inmediata fue una llegada del Real Valladolid, con un centro de Plata que buscaba a Larin y que acabó rozando el palo. Querían más goles, y se volcaron en ese empeño, ante la posibilidad de que los azulgrana pudieran recortar distancias y aparecieran los nervios.
Y este llegó, con suspense, puesto que fue revisado por el VAR por posible fuera de juego, pero finalmente se entendió que Larin salió en la posición correcta y el gol de Plata, tras el centro del delantero canadiense, subió al electrónico del estadio vallisoletano.
Los locales, después de mucho tiempo, jugaban a la contra, creaban constantes ocasiones. Se apoderaron del juego, hasta el punto de que pudieron añadir otro gol, pero ni Lucas Rosa, cuyo remate fue repelido por el larguero, ni Plata, con un remate de cabeza, lograron subir el cuarto.
A cambio, el Barça, a través de su "pichichi", Lewandowski, inauguraba su casillero y aumentaba así su renta respecto a Benzemá, dejando el que sería el definitivo 3-1. Tres puntos que dan oxígeno al Real Valladolid, en su lucha por seguir en la máxima categoría del fútbol nacional.