El ‘antimadridismo’ necesita enemigos porque ir contra un equipo entero es inabarcable, nadie resiste pitar durante 90 minutos a todo lo que se mueve, así que es mejor centrar la ira en un jugador en concreto o poner una cara en el en el centro de la diana. Por no remontarnos a otro siglo, el repaso de los últimos enemigos del 'antimadridismo’ podría comenzar en Mourinho, continuar con Cristiano, seguir con Ramos y acabar en Vinicius. A Rey muerto, rey puesto.
Todos soportaron pitadas, insultos, broncas, reproches y ninguno se arrugó, es verdad, porque todos iban sobrados de un carácter combativo. Pero Vinicius es distinto. El brasileño responde con velocidad, con regates y con fútbol a cada patada que recibe. Y Ancelotti lo protege como a un hijo, para que no entre en peleas que le puedan costar un castigo mayor, porque algunos tachan días en el calendario esperando saber cuándo verá su primera tarjeta roja como profesional. Sánchez Martínez ya lo amonestó recientemente por sus quejas, porque a Vini le quieren imponer una personalidad que no tiene. Habrá jugadores que reciban mucho y no se quejen, pero quejarse será un derecho, al menos, para el que recibe tanto. ¿O no?
Todos se pueden esconder en el ‘esto es fútbol’ para justificar el juego agresivo que sufre Vini, menos Gabriel Paulista. La patada de Paulista fue más propia de la venganza de un defensa tosco de Tercera Regional que de un futbolista profesional. Ha pedido perdón e incluso Ancelotti evitó hacer sangre en la sala de prensa, porque entendió que el mayor perjudicado era el Valencia, que no va sobrado y ahora pierde a su defensa por sanción.
A Vini no hay protegerlo, como han pedido Courtois o Butragueño. Hay que aplicar el reglamento, porque un regate o una celebración no merecen nunca como respuesta una entrada agresiva. Lo de los insultos ya va en la educación de cada aficionado. Si lo primero que le sale a alguien que quiere insultar a Vini es un insulto racista, es porque es un racista. No hay otra explicación.