No es una de las grandes competiciones, ni Mundial ni Eurocopa, es un torneo a priori menor, pero las circunstancias lo convirtieron en un torneo muy deseado, un torneo que pocos conocían hasta hace cuatro años, cuando disputamos por primera vez esta competición representando al campeón de Europa. Cuatro años después, y ya como campeones del mundo, el destino ha querido que esta competición adquiera un valor mayor. No podía haber una final mejor, contra un rival con tanta historia, un rival con cinco mundiales a sus espaldas, y no podía haber mejor escenario. España y Brasil se jugaban la Copa Confederaciones en el histórico Estadio Maracaná. El presente y la historia del fútbol en noventa minutos. Después de que esta generación nos haya dado tantas alegrías y haya logrado lo que no ha logrado nadie, Eurocopa, Mundial y Eurocopa, sólo nos quedaba por ver este partido.
Maracaná no decepcionó y a dos horas del comienzo las gradas estaban abarrotadas. Entre la marea amarilla podían divisarse algunos puntos rojos, aficionados de España que vivieron una previa del partido que más se parecía a la previa de una final del Mundial. No cabe duda que el espectáculo visto, es un preámbulo de lo que se espera que sea el Mundial de 2014, y para ofrecer espectáculo, los brasileños son únicos.
Pero lo que parecía ser un sueño, rápidamente se convirtió en una pesadilla. La final no podía empezar de peor manera para los intereses de España. Hulk centró desde la derecha. Ni Piqué ni Arbeloa pudieron despejar la pelota que peleaban Neymar y Fred en la frontal del área pequeña. El balón quedó muerto y desde el suelo Fred fusiló la portería de Casillas haciendo el uno cero.
Tras el gol, España quiso hacerse con la pelota y Brasil salía a la contra y penetraba con demasiada facilidad entre la zaga española. El gol dejó tocado a La Roja y Brasil se agigantó. A los seis minutos Óscar disparó lamiendo el palo derecho de Casillas cuando ya se cantaba el segundo. Un minuto antes, España reclamó penalti después de que Marcelo tocara la pelota con la mano dentro del área.
La primera oportunidad de España no llegó hasta los veinte minutos tras un disparo de Iniesta desde fuera del área que Julio César envío a córner. El saque de esquina acabó con un remate de Torres por encima de la portería. A la media hora Neymar robó la pelota por la izquierda y metió un balón entre líneas que dejó sólo a Fred en el punto de penalti. Cuando ya se cantaba el gol apareció Casillas para sacar el pie izquierdo y enviar el balón a córner. Y llegó la primera gran oportunidad de España. Iniesta se inventó un pase para Mata que rompió todas las líneas de defensa de Brasil. El asturiano cruzó la pelota para dejar sólo a Pedro delante de Julio César, cruzó con la izquierda, batió a Julio César y cuando parecía el empate apareció David Luiz para salvar en la línea de gol. Esa jugada pudo cambiar la historia del partido.
Y lo que pudo ser el empate, se convirtió en el segundo de Brasil. Una nueva contra dejó a los cariocas en la frontal del área española con la pelota controlada. Tras un par de pases entre Óscar y Neymar el crack brasileño se quedó sólo en la parte izquierda y fusiló la escuadra derecha de Casillas anotando el segundo para Brasil. Maracaná se vino abajo, la Confederaciones empezaba a adquirir el color amarillo de Brasil.
Con el dos cero el partido se fue al descanso. Brasil fue mejor en los primeros cuarenta y cinco minutos. Puso una o dos marchas más y creó peligro constante en las inmediaciones del área de Casillas. Los de Del Bosque estuvieron arrugados y no encontraron ningún agujero en la defensa brasileña. Cuando parecía que España empezaba a dar pequeñas muestras de recuperación llegó el mazazo de Neymar.
Arbeloa, que hizo una primera parte para el olvido, fue el damnificado al descanso y Azpilicueta entró en su puesto. Pero España no estaba y apenas en el primer minuto de juego, Fred soltó un latigazo cruzado desde la izquierda para poner el tercero, nada pudo hacer Casillas . Las cosas podían ser peor y así fue. A los cincuenta y dos minutos el árbitro señaló penalti sobre el recién salido Navas. Sergio Ramos tomó la responsabilidad y disparó fuera, a la derecha de la portería de Julio César.
Brasil ya había hecho los deberes, y muy bien hechos. Le dio la pelota a España, se metió atrás, y esperó para pillar a la contra a la zaga. En ningún caso bajaron el ritmo, todo lo contrario. El resultado, el aliento de Maracaná, el subidón que tenían los jugadores, hizo que la intensidad que ponían los de Scolari pareciera no tener límite.
Neymar fue el gran protagonista de Brasil. Se estaba mostrando al mundo en su mejor versión. Muchos querían ver al crack brasileño en un gran partido y el nuevo fichaje del Barcelona no defraudó. Volvió loca a la defensa de España, se iba por velocidad, regateaba, y todo lo que hacía llevaba peligro. En una contra, rompió la cintura a Piqué, que se fue al suelo para evitar el mano a mano. Su acción le costó dos cosas: La roja y conocer de cerca a su nuevo compañero. Minutos después, rompió a Sergio Ramos y cuando ya se perfilaba para anotar el cuarto, Azpilicueta llegó como una bala para evitar la humillación.
Pedro pudo maquillar el partido en el ochenta tras recibir un balón de Villa en la frontal del área izquierda. Con poco ángulo cruzó la pelota pero Julio César envió a córner. A tres del final fue Villa fue el que quiso cruzar con pierna diestra a la escuadra Izquierda del marco de Brasil, pero de nuevo el guardameta voló para evitar el tanto.
Brasil aplastó a España desde el primer minuto de juego y hizo más daño en los momentos más claves, al inicio del partido, al final de la primera parte, y al inicio de la segunda mitad. La selección española estuvo desconocida, desdibujada. Ni Andrés Iniesta era capaz de dar dos pases buenos. Neymar fue el gran protagonista y la gran estrella del partido. La Confederaciones se nos sigue atragantando por segunda vez consecutiva. Lo malo es que no sabemos si volveremos a disputar esta Copa de Campeones alguna vez.
Nadie esperaba esto, pero no hay que olvidar que hemos sido la mejor selección de la historia por méritos propios, por haber logrado algo que nadie más ha hecho. Ahora toca cerrar la clasificación para el Mundial, y esta derrota debe servir para darnos cuenta de que no somos invencibles. El año que viene tendremos la oportunidad de demostrar que todavía podemos ser los mejores.