Desde que Joan Lino ganó el bronce en salto de longitud en Atenas 2004, el atletismo español no había vuelto a ganar una medalla olímpica, encadenando sendas decepciones en Pekín 2008 y Londres 2012, pero la mala racha concluyó en una prueba inédita hasta la fecha para España.
Ortega, que superó con solvencia las semifinales de horas antes, partía como uno de los favoritos a medalla en el Estadio Olímpico de Río y no falló, a pesar de un inicio dubitativo en la final que le obligó a completar una gran remontada y le llevó a finalizar segundo con un registro de 13.17 segundos, 13 centésimas más lento que su récord de España registrado este mismo año a un mes de la cita brasileña y que demostraba que era serio candidato a saborear metal.
Fue la culminación de un sueño plagado de incertidumbre para el atleta de origen cubano, que hasta el pasado 29 de julio no recibió la autorización de la Federación Internacional (IAAF) y el Comité Olímpico Internacional (COI) para competir bajo bandera española. De hecho, tenían que pasar tres años desde su última carrera con Cuba, el Mundial al Aire Libre de Moscú, y ese plazo se cumplió solo tres días antes de competir en Río.
En este sentido, cabe recordar que en su primera participación olímpica hace cuatro años en Londres, donde finalizó sexto con una marca de 13.43, el de Artemisa formó parte de la delegación cubana y fue después de aquella competición cuando tomó la decisión de nacionalizarse español.
A sus 25 años, Ortega está convencido de que lo mejor de su carrera todavía está por llegar. Así lo aseguró él mismo, arrasado por las lágrimas, nada más finalizar esta final en la que el jamaicano Omar McLeod confirmó su cartel de máximo favorito y se colgó el oro con una marca de 13.05, mientras que el bronce fue para el francés Dimitri Bascou (13.24).
El resto de finales de la jornada nocturna no fue demasiado atractiva y la mayor emoción se vio en la final del salto de altura donde se coronó el canadiense Derek Drouin, actual campeón del mundo, tras un concurso muy solvente.
El norteamericano fue el más sólido de los finalistas y superó todas sus alturas al primer intento, igualando su mejor marca del año con al pasar los 2.38 y mejorando así el bronce que conquistó hace cuatro años en Londres.
La plata fue para el líder del año y bronce también en 2012, el catarí Mutaz Essa Barshim, que se quedó en 2.36 después de toparse con el listón en 2.30. El tercer cajón del podio fue para el ucraniano Bohdan Bondarenko, actual subcampeón del mundo, con 2.33.
En cambio, la final de los 1.500 metros femeninos dejó cierta sorpresa con la victoria de la keniata Faith Chepngetich Kipyegon, que en una carrera extremadamente táctica, pudo con la otra favorita, la etíope Genzebe Dibaba.
Esta fue la que agitó la carrera antes de afrontar la última vuelta al estadio, pero Kipyegon se pegó a ella y posteriormente se mostró imponente en los 200 metros finales, sin que su rival pudiera aguantar su poderoso cambio de ritmo. La ganadora se impuso con un crono de 4:08.92, una decena de segundos peor que su mejor marca del año, por los 4:10.27 de Dibaba, mientras que el bronce fue para la estadounidense Jennifer Simpson con 4:10.53.