Pensar en Rodolfo Fernández Farrés (Palma de Mallorca, 1985) es automáticamente pensar en historia del baloncesto español. Un jugador con un palmarés impresionante, a nivel de clubes (29 títulos, entre los que figuran tres Euroligas) y a nivel de selecciones (dos Mundiales, cuatro Eurobasket y tres Medallas Olímpicas). Sin embargo, su figura no es sólo importante por el palmarés o por los puntos obtenidos, sino también por lo que ha significado, significa y significará para el baloncesto nacional.
Los muelles de sus piernas, de los que lamentablemente tuvo que prescindir tras unos problemas en la espalda, lo catapultaron hasta el cielo del baloncesto mundial. Siendo un profesional en el arte del mate, disciplina que lo encumbró a la categoría de mito al convertirse en el primer europeo en disputar un concurso de mates de la NBA. En este ‘Fin de Semana de las Estrellas’ dejó la icónica imagen machacando la canasta tras saltar por detrás de Pau Gasol.
Esta pasada temporada, el jugador mallorquín anunció que cuando la selección española acabase su participación en los Juegos Olímpicos de París, él pondría fin a su carrera como baloncestista profesional. Precisamente, en el torneo olímpico de baloncesto, el mallorquín es donde ha dejado impronta de su habilidad en dos de las jugadas más ‘posteadas’ de la historia del ‘basket’ nacional.
El mate sobre Dwight Howard en el eterno duelo de Pekín
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, la selección española se volvió a plantar en la final olímpica del torneo de baloncesto 24 años después. Otra vez contra los 'extraterrestres', otra vez contra Estados Unidos. Rudy Fernández nos hizo creer que o ellos eran humanos o que nosotros éramos semidioses. 22 puntos en 17 minutos en el considerado para la FIBA mejor partido de selecciones de todos los tiempos.
Además, en el ‘eterno duelo de Pekín’, Rudy dejó una jugada que permanecerá imborrable en la memoria del baloncesto español y mundial. Ante una de las estrellas que componían la constelación de EEUU, y que en aquellos años era considerado uno de los mejores defensores del mundo, el gigantesco Dwight Howard, el mallorquín se marcó un mate de época que levantó del sofá hasta a los menos entendidos. El encuentro acabó 107-118 a favor de los estadounidenses, que se colgaron el Oro tras su fracaso en Atenas cuatro años antes.
Un 'Alley-oop' para creer en lo imposible
Cuatro años después de la final soñada de Pekín, España volvía a intentar el asalto al Olimpo del baloncesto en los Juegos de Londres 2012. Cuatro años después, EEUU se volvía a cruzar en el camino de España en busca del dorado metal. ‘La Familia’ se medía a los estadounidenses por terceros Juegos Olímpicos consecutivos. Una vez más, una constelación de estrellas enfrente. Una vez más, las ganas de hacer posible lo imposible de España.
Rudy Fernández no tuvo un papel tan protagonista en cuanto anotación en aquella final. Pero, volvió a dejar una jugada para los anales de la historia en otra ‘batalla eterna’, junto a uno de sus mejores socios, Sergio Rodríguez. El canario manejaba la bola cuando vio como Rudy le ganaba la espalda nada más y nada menos que a Kevin Durant. El balear saltó sobre Chris Paul, quién había acudido a intentar defender la jugada, se suspendió en el aire y machacó el balón con rabia sobre el aro del pabellón londinense.
España volvió a perder el Oro por 100-107, pero demostró una vez más que el Olimpo era alcanzable en otro partido para la historia.
Fin a una generación de Oro
Con la retirada de Rudy Fernández, último exponente de la mejor generación de jugadores de la historia del baloncesto español, se cierra una maravillosa etapa que empezó con la conquista del Mundial Junior de Lisboa en 1999, y que llevó al baloncesto español a cotas nunca antes imaginadas. Los Gasol, Navarro, Calderón, Rudy y compañía conquistaron dos Mundiales, cuatro Eurobasket, tres Medallas Olímpicas, hicieron pensar que ganar a Estados Unidos en su deporte era posible y colocaron a la selección española de baloncesto como la mejor del mundo, según el raking FIBA por primera vez en la historia.
Una generación de Oro, posiblemente irrepetible e inigualable, a lo que sólo le faltí superar la categoría de semidioses para poder hacerse con el tan ansiado Oro Olímpico.