Pese a que el conjunto español estaba advertido tras los numerosos apuros que ya pasó para doblegar el equipo sudamericano en el último Mundial, los de Jordi Ribera volvieron a verse sorprendidos de inicio por la movilidad en ataque de la selección chilena. Incapaces de controlar los deslizamientos del pivote Esteban Salinas, que se mueve como pocos en la línea de seis metros, lo Hispanos se vieron superados una y otra vez en defensa. Una falta de solidez defensiva que permitió a Chile anotar con una pasmosa facilidad como atestiguaron los diez tantos (7-10) que los pupilos del preparador español Aitor Etxaburu contabilizaban en los primeros once minutos de juego. Marcador que pareció hacer despertar definitivamente al conjunto español, que encontró la solución a sus problemas defensivos con la salida del lateral derecho Djordje Cikusa.
El jugador del Montpellier francés, uno de los cuatro jugadores todavía en edad júnior que Jordi Ribera ha citado para este campeonato, no sólo logró cortar las conexiones entre el lateral Erwin Feuchtmann y el pivote Esteban Salinas que tanto daño habían hecho a España, sino que contagió su energía al resto de sus compañeros. Una circunstancia que permitió a los Hispanos ir poco a poco cerrando los espacios a los jugadores chilenos, hasta acabar por cortocircuitar por completo el ataque del conjunto andino, que sólo pudo anotar tres goles en los últimos diecinueve minutos del primer tiempo. Solventados los problemas defensivos, el equipo español pudo, por fin, sacar a relucir su veloz juego de contragolpe posibilitando el despegue del equipo español que se fue al descanso con una ventaja de cuatro tantos (17-13).
Una diferencia que no fue mayor por el buen hacer del portero chileno Felipe García, que detuvo hasta dos lanzamientos de penalti, uno de los debes del equipo español en este arranque de Mundial. Aunque el principal problema de los Hispanos, como se comprobó en el arranque de la segunda mitad, fue su incapacidad para mantener sostenido en el tiempo el buen tono defensivo. Un hecho que convirtió los primeros minutos de la reanudación en un intercambio de goles (18-15), lo que permitió a la selección chileno seguir soñando con la posibilidad de dar la sorpresa. Pero poco a poco España fue haciendo valer su mayor profundidad de banquillo, ya que mientras las piernas de los Feuchtmann, Rodrigo Salinas o Matías Paya parecieron cada vez más y más cansados, los de Jordi Ribera mantenían la intensidad con sus continuas rotaciones.
Un problema irresoluble para el equipo sudamericano, incapaz de encontrar respuesta al juego y los goles de Alex Dujshebaev, que se incorporó al encuentro tras no jugar ni un solo minuto en toda la primera mitad. Tantos que unidos a las paradas de Sergey Hernández, sobresaliente en la segunda parte, permitieron al equipo español dejar sentenciada la contienda a menos de catorce minutos para el final, tras situarse con una renta de nueve goles (26-17), que se mantuvieron ya hasta el final (31-22).