Juegos Olímpicos

La historia de los Pebeteros Olímpicos: de las palomas asadas de Seúl al flechazo de Rebollo en Barcelona

El encendido de la llama olímpica es uno de los momentos cumbre en los JJOO, en los que cada país pelea por ser más icónico que el anterior.

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ondacero.es

Madrid | 26.07.2024 15:51

Antonio Rebollo: El encendido del pebetero fue la explosión y la gloria | Foto de ARCHIVO
Antonio Rebollo: El encendido del pebetero fue la explosión y la gloria | Foto de ARCHIVO | EFE/EPA/MARTIN DIVISEK

El encendido del pebetero olímpico es uno de los momentos más esperados en los Juegos Olímpicos. Cada edición del evento deportivo por excelencia congrega alrededor de la antorcha olímpica todas las miradas para ver como cada ciudad sede organiza un encendido del pebetero que quede para la posteridad.

Seúl y el escándalo de las palomas calcinadas

Tras dos ediciones de rivalidad y boicot entre los bloques comunista (Moscú 1980) y capitalista (Los Ángeles 1984) en plena Guerra Fría, los Juegos Olímpicos viajaban hasta Asia. Concretamente a la ciudad surcoreana de Seúl.

La organización surcoreana preparó un encendido que quedará para la historia tras la rivalidad entre bloques en plena Guerra Fría, pero la ceremonia no sería recordada por lo que la organización esperaba.

Cuando los atletas que iban a encender el pebetero subían en una plataforma hasta donde se encontraba el lugar en el que descansaría la llama olímpica, numerosas palomas se posaron sobre lo que era el pebetero. Los atletas, pensando que el fuego las ahuyentaría, decidieron seguir el procedimiento con las antorchas olímpicas en alto. Cuando el pebetero se encendió, para sorpresa de todos, las palomas no volaron y cuando la llama olímpica brotó de la base de la antorcha gigante, las calcinó en el acto.

El flechazo de Rebollo al corazón de todos los españoles

Tras los Juegos Olímpicos de Seúl, el acontecimiento deportivo volvía a Europa cuatro años después. Lo haría por primera vez en España, y sería en la ciudad de Barcelona.

La capital catalana se transformó y modernizó completamente para los Juegos, y la misma organización del certamen, planeó una ceremonia de inauguración que precisamente reflejase la modernidad, junto con una sorpresa final.

La organización planteó que el último atleta en portar la antorcha olímpica fuera el baloncestista catalán Juan Antonio San Epifanio, alias "Epi", el mejor jugador de baloncesto europeo de la década de los 80. Este llevaría la antorcha hasta donde se encontraba el arquero Antonio Rebollo. Rebollo portaba una flecha

que Epi encendería, y dejando una imagen que quedaría para la posteridad, lanzó un flechazo incendiario que prendió el pebetero olímpico situado en la parte más alta del Estadio Olímpico de Montjuic. El flechazo de Rebollo se sigue considerando más de 30 años después, como uno de los mejores encendidos de los pebeteros olímpicos de la historia.

El encendido del Pebetero de "Patatas MC Donald's"

Doce años después de la organización de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, el certamen volvía a celebrarse en suelo estadounidense. Esta vez la sede sería la ciudad de Atlanta.

Además, en 1996 se cumplía el centenario de los Juegos Olímpicos modernos, que iniciaron su andadura en Atenas en 1896. De hecho, la capital del estado de Georgia arrebató a Atenas los JJOO del centenario. Precisamente con una fecha tan señalada, el comité organizador de Atlanta 1996 planteó una ceremonia inaugural donde el centenario fuese el protagonista.

Con muchísima simbología, el último atleta en portar la antorcha olímpica y ser el encargado de encender el pebetero olímpico sería Muhammad Ali. El exboxeador encendió una antorcha que se elevó por una especie de tirolina y que prendió el pebetero olímpico. Este, situado sobre una inmensa estructura de hierro, con una forma similar al recipiente donde se sirven las patatas del restaurante McDonald´s, quedó para la historia por su similitud con el producto de la conocida marca de comida rápida estadounidense.

Fuego sobre el agua en Sydney

La edición del año 2000 quedaría en manos de la ciudad australiana de Sídney. El comité organizador del evento, viendo las dos ceremonias inaugurales de las ediciones anteriores, quiso poner por todo lo alto a la ciudad australiana.

El encendido del pebetero de los Juegos Olímpicos del 2000 queda como uno de los más espectaculares gracias a su ‘performance’. La última portadora de la llama olímpica se colocó sobre un suelo rodeado de agua. Al agachar la antorcha, encendió un anillo que se encontraba bajo el agua, y descubrió una estructura con forma de platillo volante que emergía desde las profundidades, subiendo alrededor de la atleta y elevándose hasta la parte más alta del estadio olímpico de Sídney, iluminando la noche australiana. Como anécdota, cabe recordar que la plataforma se quedó varios minutos encallada sobre los raíles que la portarían hasta su lugar definitivo.

La pértiga hasta el cielo de Atenas

Después de perder la opción de organizar los Juegos Olímpicos del centenario en 1996, Atenas prosiguió su sueño olímpico y consiguió hacerse con la organización del evento en el año 2004.

El comité de organización ateniense tiró la casa por la venta para intentar hacer una de las inauguraciones más espectaculares de todos los tiempos. En una fiesta llena de referencias musicales y físicas a la cultura griega, la ceremonia concluyó con un encendido del pebetero que quedó por debajo de la espectacularidad de la propia inauguración.

El último portador de la antorcha olímpica subió por unas largas escaleras hasta superar el videomarcador del Estadio Olímpico de Atenas. Este portador se encontraría con una inmensa pértiga blanca con el pebetero en su extremo. Tras ser encendido, el pebetero se elevó lentamente sobre la noche ateniense, hasta que esta alcanzó su verticalidad, justo en un lugar cercado en donde confluían las dos cubiertas del estado olímpico, diseñada por el arquitecto español, Santiago Calatrava, generando una imagen simétrica.

Pekín y el hombre que caminó por el aire

En 2008, China y más concretamente su capital, Pekín, se esforzaron por mostrar el crecimiento y el poderío económico del gran país asiático a través de la organización de los Juegos Olímpicos.

A su vez, la ceremonia inaugural intentó mostrar los mismos objetivos, mientras lo mezclaba con elementos culturales característicos de la cultura china. La ceremonia acabó con un encendido por todo lo alto que superó todas las expectativas.

Un hombre, portando la antorcha olímpica, se elevó por el cielo pekinés gracias a unos cables anclados al techo del Estado Nacional de Pekín que lo sostenían. Esta misma persona recorrió la estructura circular del recinto, parecida al nido de un pájaro, mientras simulaba que corría por el aire. Finalmente se detuvo frente a una mecha, que prendió e iluminó un pebetero en forma de espiral que se elevaba sobre el techo del estadio. Un encendido que también ha quedado como uno de los más espectaculares de la historia, sino incluso el mejor hasta la fecha.

Londres y los pétalos de fuego

En 2012 volvía a tocar el turno de organizar los Juegos al continente europeo. Esta vez, la organización del evento le tocaba a la capital británica, a Londres.

La organización londinense se esforzó por organizar unos Juegos Olímpicos más austeros en lo económico, en plena crisis financiera global. La ceremonia de inauguración se esforzó por reflejar eso, a la vez que señalaba la importante historia industrial de Gran Bretaña.

Londres 2012 recuperó la idea de que varias personas fueran las encargadas de encender el pebetero, y varios portadores se colocarían alrededor de una estructura de metal, situada en el centro del Estadio Olímpico de Londres, con una llama cada uno. Cuando estos acercaron la antorcha a la estructura metálica, esta fue prendiendo pequeñas facciones similares a pétalos de una flor. Cuando todos estaban encendidos, empezaron a elevarse y unirse formando una llama gigante que compondría el pebetero final. Una ceremonia espectacular que culminó con la iluminación por parte de la llama olímpica de la noche londinense.

El sol de la vida en río de Janeiro

Tras la organización del Mundial de Fútbol de 2014, Brasil continuó su estrategia de posicionarse como la principal potencia económica de Sudamérica a través de la celebración de grandes espectáculos deportivos. Dos años después, llegaron los Juegos Olímpicos.

Brasil quería mostrar su poderío económico e innovador en la inauguración de sus Juegos, y apostó por trasladar, por primera vez en la historia, la ceremonia fuera del Estadio Olímpico en el que se celebraban las pruebas de Atletismo. El recinto encargado de acoger la inauguración era el Estadio de Maracaná, sede de la final de dos Mundiales de Fútbol, y recinto icónico del país y de la ciudad de Río de Janeiro.

La innovación no sólo se mostró con el traslado de la inauguración, sino también con el encendido del pebetero olímpico. El último portador de la antorcha olímpica ascendería hasta donde se encontraba una especie de caldero de metal. Una vez que acercó la llama olímpica hasta esta estructura de metal, esta se encendió y se elevó hasta el techo del Estadio de Maracaná, La grúa que portaba el pebetero lo trasladó hasta otra estructura metálica de color dorado, donde quedó suspendido en el centro de esta. Una vez que el pebetero quedó situado, la estructura comenzó a moverse en espiral alrededor de la llama olímpica, simulando que los rayos del Sol brotaban del propio pebetero y daban vida a la ceremonia. Otra muestra más de belleza por encima de espectacularidad.

La esfera que se transformó en flor en Tokyo

Tras una de las peores pandemias que asolaron a la humanidad y con un año de retraso en cuanto a lo previsto, Tokyo celebró sus Juegos Olímpicos. Uno Juegos que por primera vez se iban a disputar en año impar.

El comité organizador de Tokyo 2020 se esforzó por mostrar en la ceremonia inaugural la resiliencia de la población ante el covid-19, a la vez que intentaba mostrar también la fortaleza económica japonesa y su gran potencia tecnológica.

En una ceremonia inaugural celebrada por primera vez sin público, los japoneses hicieron gala de su tecnología para destacar al país, con una formación de drones en el aíre que acabó formando el logo de los Juegos de Tokyo, y que protagonizaría el encendido del pebetero. La tenista Naomi Osaka fue la encargada de portar la antorcha olímpica y encender el pebetero. La tenista japonesa subió por unas largas escaleras hasta encontrarse con una esfera blanca gigante. Esta empezó a moverse y a abrirse hasta que se transformó en una estructura similar a la flor de cerezo japonés, descubriendo el pebetero olímpico en su interior. Osaka sólo tuvo que acercar la llama olímpica a la estructura para que esta se encendiera y dejara al descubierto la llama olímpica. Un encendido que gracias a la tecnología japonesa ha quedado como uno de los más originales.

Y ahora... ¡París y la Torre Eiffel!

Con un secretismo total, la ceremonia inaugural de parís promete ser una de las más espectaculares. Por primera vez se hará fuera de un recinto deportivo olímpico y tendrá al río Sena como protagonista. Se saben pocas cosas más de esta ceremonia inaugural, más allá de que parece que la Torre Eiffel tendrá un protagonismo especial en el encendido del pebetero olímpico.