JUEGOS PARALÍMPICOS

La lección de Adi Iglesias en su derrota más dura: "Quiero que los niños y niñas también vean este lado"

La velocista era una de las favoritas para revalidar el oro en los 100 metros. Sin embargo, ha sido quinta. Tuvo que huir de Mali por su albinismo ya que allí consideran que son personas que atraen la mala suerte en vida pero buena una vez muertos.

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Javier Matiacci

París | 04.09.2024 11:32

La lección de Adi Iglesias en su derrota más dura: "A llorar y luego para adelante"
La lección de Adi Iglesias en su derrota más dura: "A llorar y luego para adelante" | Europa Press

La atleta paralímpica española Adiaratou Iglesias vivió uno de los momentos más difíciles de su carrera deportiva tras no poder revalidar el título de campeona de los 100 metros en la clase T13 para deportistas con discapacidad visual en los Juegos Paralímpicos de París. La gallega, que en Tokio 2020 se alzó con el oro, finalizó en quinta posición en esta ocasión, lo que la dejó "en shock", pero también con una importante lección sobre la gestión de las derrotas.

"Ahora mismo estoy un poco en shock. Me veía muy preparada para revalidar mi título físicamente y mentalmente, me veía bastante bien", explicó Iglesias después de la carrera. "De hecho, esta mañana he calentado bien, esta tarde también, me veía muy positiva, simplemente no ha salido. Lo he dado todo y ahora he intentado reflexionar sobre qué he hecho, porque siento que he salido bastante bien". A pesar de su confianza y preparación, algo no funcionó como esperaba: "Algo falló en los últimos 50 metros. No sé lo que es, esa es mi sensación del cuerpo".

Iglesias, que había llegado a París con una mentalidad ganadora, reconoció que "no ha podido ser por las razones que sea". Sin embargo, mostró una gran madurez al señalar que el deporte a veces implica más derrotas que victorias: "En el mundo del deporte a veces se pierde más que se gana y es algo que siempre me han enseñado de pequeña. No me siento mal por ello porque sé que he dado mi 100%".

A pesar del revés, Iglesias tomó la experiencia como una oportunidad para aprender y crecer: "Nunca se me ha ido la pinza en ese sentido, pero es una forma de aprender. No estar entre las tres primeras es una forma dura de aprender, pero yo creo que se sacan muchas cosas positivas". Para la atleta, los próximos días serán de reflexión, pero no piensa en quedarse estancada en la derrota. "Eso dura unos días, a llorar y luego para adelante", afirmó con firmeza.

La gallega también habló de la importancia del apoyo de su familia y compañeros, que estuvieron presentes en las gradas en sus primeros Juegos con público. "Por una parte un poco decepcionada... ha venido mi familia a verme, a apoyarme. Esto forma parte del juego, y hay que aprender de ello y sacar el lado positivo", subrayó. A pesar de la decepción, Iglesias sigue enfocada en su próximo reto, la prueba del día 5, donde promete darlo todo a pesar de que no es su especialidad.

Asimismo, Iglesias ofreció una valiosa lección sobre el significado del deporte para las futuras generaciones: "Una derrota simplemente es un aprendizaje, son cosas que pasan, se pierde más que se gana. Quiero que los niños y las niñas también vean ese lado del deporte que no es tan bonito, pero que forma parte del juego. No siempre se gana, y hay que intentar aprender y seguir enseñando buenos valores".

Adiaratou Iglesias no se conforma con su derrota, sino que la transforma en una oportunidad para fortalecerse y seguir luchando, con la vista puesta en el futuro y en representar a España con orgullo. "Voy a intentar dar lo mejor para mí, para el país, para España, porque siempre me ha apoyado", concluyó.

Su historia

Adiaratou Iglesias probablemente se hubiera casado cuando era una adolescente adolescente si no hubiera huido de su país natal, Mali. Nació con albinismo. En Mali es una situación muy peligrosa por la fuerte superstición que hay en torno a ellos. Se considera que traen mala suerte con vida pero buena suerte muertos. Eso les coloca permanentemente en una diana. Una situación insostenible para una niña.

No sabe cómo hubiera sido su vida de haberse quedado en Mali pero imagina que en caso de haber podido escabullir los ataques por esas supersticiones, estaría casada a la fuerza y viviría como cuidadora en una de tantas chozas de paja y barro que hay.

Con once años su madre decidió enviarla a España dónde ya tenía un hermano. Acabó en un centro de acogida hasta que finalmente conoció a su madre adoptiva, Lina Iglesias.

A los dos años de estar en España comenzó a practicar el deporte. Sus condiciones eran muy buenas, aseguran los técnicos. Ella en cambio no se veía bien. No le gustaba tener un cuerpo tan atlético. Pero se acostumbró y se enganchó al entrenamiento. Un deporte que le cambió la vida por completo culminando con el oro paralímpico en Tokio. Y aunque en París las cosas no hayan salido como esperaba, sabe que tendrá nuevas oportunidades para resarcirse.

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