Michael Phelps, considerado el mejor deportista olímpico de todos los tiempos, se sinceró sobre sus episodios más oscuros, que llegaron "después de disputar cada Juegos Olímpicos".
El nadador asegura que llegó a estar "entre tres y cinco días" metido en su habitación "sin comer, casi sin dormir" y "sin querer estar vivo". Estos días le obligaron a pedir ayuda, quería salir del pozo de la depresión y, ahora, relata cómo fueron sus primeros días.
"Mi primer día de tratamiento estaba temblando, necesitaba saber qué pasaba", explica un Phelps que reconoce que debió pedir ayuda "antes", resumiendo su sentimiento en una frase: "Intentaba escapar de mí mismo".
Por último, lanza un mensaje de esperanza a todos aquellos que pasen o hayan pasado por algo similar: "Estoy extremadamente agradecido de no haberme suicidado".