Esta resolución deja las elecciones a la presidencia de la RFEF más abiertas que nunca, ya que Rocha era el gran favorito, a pesar de estar inhabilitado por el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) e imputado en la Operación Brodie, Pedro Rocha era el candidato de consenso de los barones territoriales y del presidente de La Liga, Javier Tebas.
El nuevo escenario tendrá como primeras fechas claves el próximo lunes 25 de noviembre con la elección de la asamblea y el siguiente, 2 de diciembre, cuando concluya el plazo para presentar unas candidaturas que deben llegar avaladas por 21 de los 141 miembros de la asamblea, que corresponde al 15% que marca la Orden Ministerial que regula los procesos electorales de las federaciones deportivas españolas.
La convulsa presidencia de Rocha
Tras casi ocho meses de interinidad, Pedro Rocha fue proclamado presidente de la RFEF el pasado 26 de abril, tras recibir el apoyo mayoritario de la asamblea de Luis Rubiales, el hombre que designó a dedo a Rocha como su sucesor tras ser suspendido por FIFA y CSD, y finalmente presentar su dimisión.
Su elección como máximo mandatario se produjo en un momento crítico, con la federación bajo la supervisión del Consejo Superior de Deportes (CSD) y en medio de investigaciones por posibles irregularidades durante la gestión anterior.
Entre Rubiales y Tebas
Desde el inicio de su mandato, Rocha ha tenido que enfrentar varias controversias. Una de las más significativas ha sido su implicación en la ‘Operación Brody’, una investigación sobre la presunta trama de corrupción en la RFEF durante la etapa de Luis Rubiales. Rocha pasó de testigo a investigado, tras una declaración que mostró públicamente cuestionamientos sobre su capacidad para liderar la federación.
Rocha eligió desde el principio intentar implementar varias medidas para estabilizar la RFEF “tendiendo puentes” especialmente con Javier Tebas, el gran enemigo del hombre que le había elegido. Inicialmente, Rocha trabajó también en estrecha colaboración con el CSD, pero esa relación, a pesar del intento de mediación del 'superministro' Alejandro Blanco, se fue deteriorando hasta el punto de convertirse el Gobierno en su peor enemigo en una batalla en la que de poco le ha servido buscar el abrigo de FIFA y UEFA.