Es una semana grande para el tenista malagueño de veintidós años que ya fue cuartofinalista en el evento monegasco, el primero de esta categoría sobre tierra. Logró el triunfo más importante de su carrera ante el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, en segunda ronda, y ahora ha atravesado la barrera en la que se estancó hace un curso.
No dio la sensación al principio el español de poder batir al número uno estadounidense, el primero en situarse entre los ocho mejores de Montecarlo desde Sam Querrey en el 2008. Davidovich arrancó con algo de presión. Sabía que estaba ante una gran ocasión para marcar en su carrera.
Fritz, el único jugador que esta temporada ha ganado a Rafael Nadal en lo que va de temporada para conquistar, semanas atrás, el Masters 1000 de Indian Wells, el segundo título de su carrera y el más relevante por el momento, mostró más aplomo y más acierto. Se apuntó la manga con autoridad y una solvencia excesiva.
El que fuera número dos del mundo y campeón de Wimbledon júnior no encontraba la forma de romper el saque del norteamericano. Fue en el tramo final del segundo set, a la octava oportunidad, cuando consiguió hacer break y sacar para empatar el partido. Lo hizo. Sufrió para amarrar la manga pero lo consiguió.
Davidovich se quitó un peso de encima y todo cambió. Ganó en determinación, serenidad. Y empezó a sumar la cuenta de puntos ganadores. Mantuvo el tipo en el arranque del parcial definitivo y cuando volvió a romper, por segunda vez, aceleró. Fritz se hundió, resignado a su derrota.
El malagueño, el segundo más joven en lo que queda de torneo por detrás del italiano Jannik Sinner, volvió a tumbar a Fritz, décimo favorito, al que pudo vencer en Estoril en el 2019. También en tierra. El único español superviviente en Montecarlo está ante una ocasión única. Buscará la final contra el ganador del duelo entre el búlgaro Grigor Dimitrov y el polaco Hubert Hurkacz.