Andreescu, con casi la mitad de años que Williams, consiguió descolocar a su contrincante con su templanza y su juego variado, ante el que la estadounidense reaccionó inicialmente con un torrente de errores para lucir luego su habitual potencia, que llegó demasiado tarde como para ganar el encuentro.
La adolescente, de 19 años, que se estrenaba en una final de Grand Slam, jugó con la agresividad característica de quien no tiene nada que perder, rompiendo el primer servicio de Williams al tomar la iniciativa en el ataque con dejadas.