Las elecciones catalanas están a la vuelta de la esquina, y las principales fuerzas política de la región ya están explicando sus propuestas para afrontar los principales desafíos que tiene que afrontar Cataluña: la Ley de Amnistía, la relación con el Gobierno central y con el resto del Estado, la sequía que azota el territorio...
El president en funciones, Pere Aragonés podría haber apurado la legislatura hasta el final del año: sin embargo, la soledad de ERC en el Govern y su minoría parlamentaria han arrastrado al gabinete del republicano a una situación de bloqueo, que se manifestó en todo su esplendor con la caída de los presupuestos de Cataluña para 2024, que no obtuvieron el apoyo parlamentario suficiente para salir adelante.
Estas elecciones se celebrarán en un ambiente marcado por la tramitación de la Ley de Amnistía, el posible retorno de Puigdemont, la sequía y los conflictos bélicos en Ucrania y en Oriente Medio.
Unas elecciones en plena pandemia
Sin embargo, las últimas elecciones, celebradas el 14 de febrero de 2021, transcurrieron durante uno de los momentos álgidos de lucha contra la pandemia de Covid-19: de aquel encuentro electoral aún se recuerdan las estampas de los miembros de las mesas ataviados con EPIS y toda clase de protecciones para prevenir contagios.
La alerta sanitaria afectó enormemente a la participación, que se desplomó del 79,09% del 2017 - un año marcado por el procés- a un 51,29%, materializado en 2.853.415 votos válidos.
Reedición de un Govern independentista
Estas elecciones fueron consecuencia directa de la inhabilitación del expresident Quim Torra, y de la ausencia de una aritmética parlamentaria necesaria investir a un nuevo president. En diciembre de 2020, el president en funciones, Pere Aragonés, convocó unos comicios que le llevarían a ser elegido para presidir la Generalitat.
Pere Aragonés, sin embargo, no fue el candidato más votados en estas elecciones: con 603.607 votos, el republicano se quedó a 49.000 votos de alcanzar al principal triunfador de estas elecciones, el exministro de Sanidad Salvador Illa, que cosechó el apoyo de 652.858 catalanes.
Sin embargo, esta amplia ventaja del PSC, que obtuvo un resultado histórico, no fue suficiente para evitar un nuevo gobierno independentista: a los 33 escaños de ERC se le sumaron los 32 de Junts y lo 9 de la CUP, en una sesión de investidura que reeditó un Gobierno de coalición independentista, con Aragonés en la presidencia y el posconvergente Jordi Puigneró como vicepresident.
Illa, también con 33 escaños, se convirtió tras estos comicios en líder de la oposición, si bien la ruptura entre ERC y Junts y el acercamiento entre ERC y PSOE a nivel nacional propició también una cierta sintonía entre ERC y PSC a lo largo de la legislatura. Este cambio de dinámica también explica el adelanto electoral impulsado por Aragonés hace unas semanas.
El desplome de Ciudadanos
Otro de los hitos de este encuentro electoral fue la debacle de Ciudadanos, que ganó las elecciones en 2017 con 1.109.732 votos - 36 escaños -. En esta cita, los naranjas liderados por Carlos Carrizosa se convirtieron en una fuerza residual con 157.903 votos y 6 escaños, y fueron incluso adelantados por el Vox de Ignacio Garriga, que irrumpió en el Parlament con 217.883 votos y 11 escaños.
En Comú Podem, liderado por Jessica Albiach, mantuvo su representación y sus 8 escaños, con una bajada de cerca de 200.000 votos. El PP también mantuvo un resultado similar con respecto a 2017: Alejandro Fernández se dejó un escaño y acumuló 109.067 votos, que le supusieron 3 asientos en el parlamento catalán.