El sistema electoral de Cataluña se basa en la conocida como ley de Hond't. Es un sistema proporcional a través del cual se distribuyen los 135 escaños en función de los votos obtenidos.
El caso catalán tiene 2 particularidades. No hay una circunscripción única, sino 4, que corresponden a cada una de las provincias. En Barcelona, se distribuyen 85, 18 en Tarragona, 17 en Girona y 15 en Lleida.
El número de escaños tiene en cuenta el número de electores de cada circunscripción, de manera que las más pobladas son las que tienen más escaños, aunque también se aplica un criterio de proporcionalidad territorial para asegurar la representación de todas las provincias. Es decir, en Barcelona, por ejemplo, se necesitan más votos para conseguir un escaño.
Además, hay una segunda particularidad importante. En cada circunscripción, cada candidatura debe alcanzar el 3% de los votos para poder optar a la representación parlamentaria. Este criterio favorece a los partidos más grandes.
Una elevada participación
De esta manera, si hay una participación elevada en las elecciones de este domingo, superar la barrera del 3% de los votos será más difícil para las formaciones más pequeñas, como pudiera ser el caso de Aliança Catalana.
Sin embargo, una participación muy elevada puede tener otras consecuencias. El politólogo y profesor Adrián Caballero apunta que el hecho de que los ciudadanos acudan a las urnas de forma extraordinaria también puede "favorecer cambios políticos". En este sentido, una posibilidad sería una victoria amplia del PSC que ya ganó las elecciones del 2021, con una participación del 51%, o el crecimiento de Junts.
Si el crecimiento de la participación fuera "extraordinario", muy por encima de todo lo que dicen las encuestas, según Caballero, eso también podría significar que los sondeos se han equivocado: "Podría ser que mucha gente que no tenía pensado ir a votar lo hiciera; por ejemplo, electores de ERC para reducir la diferencia con el PSC o los votantes de Aliança Catalana".