Cuando más de 80 millones de norteamericanos voten mañana, otros cerca de 80 millones ya lo habrán hecho por anticipado al final de hoy, pueden estar convencidos de que estas serán las elecciones más seguras de la historia. Ese es el mensaje que sale desde la Casa Blanca y de las autoridades de los 50 estados encargadas de la vigilancia de los votos y que el sea correcto, seguro y lo más rápido posible.
El gobierno de Estados Unidos no organiza las elecciones presidenciales, al Congreso y al Senado, a las legislaturas locales, a los cargos de gobernador en juego, a jueces, sheriffs y administradores locales que se deciden el 5 de noviembre. Ni tampoco está encargado de preguntar a los ciudadanos su opinión sobre las propuestas para defender el aborto, el uso de la marihuana, los derechos de los inmigrantes o la democracia que millones de norteamericanos deberán apoyar o rechazar.
La Administración sí está a cargo de la vigilancia de que agentes extranjeros, China, Rusia, Irán, Corea del Norte y otros, intenten interferir en el proceso electoral para causar dudas en su limpieza, provocar violencia y hasta protestas y enfrentamientos entre los ciudadanos.
El sistema de reparto de poder y competencias entre el gobierno federal de Washington y los estados los entrega la organización de las elecciones en sus respectivos territorios a través de los secretarios de Estado y de las juntas electorales estatales. Estas tienen normas distintas, aprobadas por los parlamentos estatales, para contar los votos por correo, los de los votantes que ya han elegido hacerlo por adelantado, las papeletas que llegan desde el extranjero, los votos provisionales en los que hay duda sobre el votante, y los de aquellos que votarán mañana en persona.
Las normas son muy diversas dependiendo de cada lugar. En Pennsylvania, el estado que puede decidir el ganador de estas presidenciales, no se puede, por ley, contar los votos por correo hasta las 7 de la mañana, hora local del día de las elecciones. En Wisconsin no se pueden añadir a los resultados los votos adelantados o por correo hasta que no se han contado los presenciales.
Las reglas y la manera de contar votos son tan distintas que está garantizado, si no hay una victoria por mayoría que en este momento no refleja las encuestas, que la noche electoral de mañana se extenderá al miércoles por la tarde y, posiblemente, hasta el fin de semana. O incluso hasta la semana próxima cuando se declare oficialmente un ganador.
Votos por contar
Lo que se sabrá mañana son los votos que se han contado y los porcentajes que han obtenido Donald Trump y Kamala Harris. Y lo más importante…los votos que quedan por contar y las zonas donde quedan papeletas sin revisar. Las zonas rurales beneficiarán a Trump y los suburbios y las grandes ciudades a Harris. Y eso determinará al final el ganador de las elecciones.
En la mayor parte de la nación, los estadounidenses que hayan elegido votar mañana no meterán su voto en una urna, sino que seleccionarán a sus candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia favoritos rellenando con un lápiz o un bolígrafo, detrás de una cortina, una papeleta. Después de demostrar que están registrados y con su carnet de conducir, garantizar que su nombre y su dirección son los correctos y los que aparece en el listado de votantes.
Esa papeleta-sábana, porque incluye también sus preferencias para el Congreso y el Senado en su estado y de otros cargos locales, se pasa después por una máquina, similar a una fotocopiadora, que hace una copia de la papeleta que se guarda en la memoria de la máquina. Desconectada de Internet para garantizar que no puede ser hackeada por nadie.
En total un 97 por 100 de los votos tendrá una copia en papel para garantizar que el recuento es correcto y no hay posibilidad alguna de amaño y de robo.
Trump garantiza que será la única forma de que pierda estos comicios electorales como viene repitiendo desde los últimos dos años. “Les hemos pillado robando en Lancaster, 2.600 votos ilegales firmados por la misma persona, tienen la misma firma y letra. No hacen más que mentir y robar con esta maldita cosa”, declaró ayer mismo en Pennsylvania el estado en el que está la región de Lancaster.
Ese es su argumento que repite desde que perdió las elecciones del año 2020, que reclama continuamente que ganó y que le robaron los demócratas. ¨No debería haberme marchado en el 2020, todo iba también y estábamos haciendo cosas tan bonitas”, es una de sus reflexiones para cerrar esta campaña electoral.
Harris sabe que Trump, como hizo en el año 2020 cuando alrededor de las 11 de la noche hora local y cuando quedaban docenas de millones de votos por contar, declarará que ha ganado las elecciones. “Estamos preparados y anticipamos que pueda hacerlo de nuevo. Pero tenemos preparada nuestra respuesta. No se dejen engañar -afirmó ayer- voten, su voto es seguro y es su derecho. Porque su voto es su voz”.
En la democracia más antigua del mundo, como le gusta presumir a los norteamericanos que son los Estados Unidos de América, el estar encargado de las votaciones en estas elecciones presidenciales es un trabajo peligroso. Una labor impagable para miles de voluntarios que desde hace meses trabajan en silencio para garantizar que no quede un voto sin contar correctamente.
Las medidas de seguridad alrededor de los lugares donde se realiza el recuento de los votos serán extraordinarias como ha relatado el diario 'The Washington Post'. Francotiradores en los tejados, alambres de espino, edificios fortificados en los que hay que pasar controles policiales y de seguridad con escáneres para detectar armas y explosivos.
Adrián Fontes, el secretario de Estado de Arizona, un estado donde los votos se cuentan muy lentamente y es uno de los estados más armados del país, lleva desde hace más de dos meses un chaleco antibalas y cuenta con protección policial. En Michigan los encargados de las votaciones llevan alarmas especiales para presionar en caso de que alguien quiera intimidarlos en su lugar de trabajo, en su vehículo o en su casa. En Nevada y en Washington la guardia nacional está activada para prevenir cualquier enfrentamiento entre los partidarios de ambos candidatos.
El departamento de Seguridad Nacional tiene un plan de contingencia para movilizar docenas de agentes federales para proteger edificios, la Casa Blanca, el Tribunal Supremo y sedes del gobierno a lo largo de toda la nación. Una vigilancia que es similar a la que se desarrolla durante una Super Bowl del fútbol americano.
Hay una cosa segura, sin embargo. El ganador de las elecciones no irá a un parque de atracciones de Disney a celebrarlo como hace el MVP de la Super Bowl.