Porque nadie puede decir a sus votantes que “este gobierno de coalición progresista va a estar otros cuatro más” como aseguraba Sánchez, ni como afirmaba Díaz, que “este gobierno servirá para hacer la política útil que siempre defiendo”, si no está absolutamente seguro de que es verdad. De que tiene al cien por cien el apoyo de Junts para su investidura. Solo unos pocos dudaban ayer en la presentación de que así fuera.
Porque la puesta en escena de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el Museo Reina Sofía, lejos de ser la presentación de una propuesta que brinda por el posible gobierno, se convirtió en un “ensayo general con todo” de la investidura de ambos. Sánchez y Díaz -por cierto, en una sintonía personal mucho más creíble que la que tuvo el líder socialista con Pablo Iglesias- dieron sobradas muestras de que sus acuerdos con Junts y Esquerra están requetefirmados. Y si no, no se explica este optimismo. Y todo sin hablar de las palabras de las que no hay que hablar -amnistía, referéndum, autodeterminación, Constitución, etc.-.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz ofrecieron a cambio su lado más incuestionable para el votante accidental. Contaron su propuesta laboral: reducción de la jornada de trabajo a 37,5 horas, las mejoras en los despidos y la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Además, un acuerdo que pretende extender de 16 a 20 semanas el permiso de paternidad y maternidad.
Después, llegaba la propuesta social y de seguridad: por fin se reformará la llamada “Ley mordaza”, que si no se hizo antes fue curiosamente porque ni Esquerra ni Bildu -otros dos socios imprescindibles para el futuro gobierno- la apoyaron.
En lo medioambiental, el gobierno -que dice estrenar Sánchez- pretende acometer compromisos ambiciosos, como reducir los vuelos domésticos en las rutas con alternativa ferroviaria de hasta dos horas y media. Lo que de facto supondría suprimir el puente aéreo Madrid-Barcelona, entre otros vuelos nacionales.
En lo educativo, el gobierno de coalición -insistimos y suponemos, siempre con el plácet de Carles Puigdemont- se compromete a ampliar el horario de apertura de colegios, las ayudas de comedor y las extraescolares. Se supone que de acuerdo con las comunidades autónomas que son las que tienen competencias en la materia, incluida Cataluña (o no).
Y finalmente, en lo macroeconómico, Díaz y Sánchez acuerdan mantener los impuestos a la banca y a las empresas energéticas y un 15% el de Sociedades sobre resultado real. Y de todo ello no hemos oído hablar ni a las compañías aéreas, ni a las energéticas, ni a la banca, ni a la comunidad educativa -insisto- de cada autonomía. Pero tras escuchar al presidente, nada indica que no sepa que desde Waterloo, donde reside por ahora Puigdemont- nadie le vaya a estropear el plan.
Sin duda, hay muchas dudas sobre esta presentación. ¿Realmente es así?, ¿ya hay un gobierno nuevo que durará cuatro años más?, ¿tienen el Sí definitivo de Junts y Puigdemont para hablar con ese optimismo? El gobierno en funciones y los partidos que los sustentan -PSOE y Sumar- tiene la convicción y lo dicen en público. Nosotros, los medios, solo tenemos dudas. Dudas sobre si este gobierno "que estará otros cuatro años más" ha accedido o no a amnistiar a Puigdemont y a sus colaboradores procesados, dudas sobre si hay un compromiso para hacer una consulta o referéndum sobre autodeterminación. Y las dudas son preguntas que nadie ha podido hacer porque “hoy no era el día de preguntar”, nos decían ambas delegaciones.