A medida que transcurre la campaña, añado a mi desconcierto un número mayor de interrogantes. Las últimas encuestas -El País, la Razón, el Mundo y Crónica vasca- coinciden en que un presumible 'sorpasso' de EH Bildu al PNV es posible.
¿Por qué si ocho de cada diez encuestados por El Correo avalan la gestión del Gobierno PNV-PSE el triunfo electoral puede recaer en la izquierda abertzale?, ¿cuánto ha cambiado la sociología en Álava, tradicionalmente un feudo conservador, para que los de Pello Otxandiano puedan imponerse?, ¿por qué si la candidata de Elkarrekin Podemos, Miren Gorrotxategi, recibe un aprobado por parte de la ciudadanía, luego, aparezca con muy pocas posibilidades de sacar su escaño y entrar en el Parlamento? Podría añadir muchas más incógnitas.
Si el domingo, 21 de abril, a PNV y PSE les dan las cuentas y alcanzan juntos los 38 escaños que les permitiría seguir gobernando Euskadi, el panorama quedará expedito. Sin embargo, la formación nacionalista no se fía y su candidato, Imanol Pradales, le ha dicho en Más de Uno a Carlos Alsina que quien negociará y "decidirá será Pedro Sánchez y no Eneko Andueza".
Es un mensaje recurrente de esta campaña que ha desmentido, también en Onda Cero, el candidato a lehendakari del PSE. Eneko Andueza insiste en que será él quien hable de pactos, a la vez que postula a su partido como "dique de contención frente a Bildu".
El candidato popular, Javier de Andrés, ha responsabilizado al PNV y al Partido Socialista del ascenso de Bildu, por haber "naturalizado" a la coalición soberanista.
Los candidatos de la coalición independentista han apostado por "reforzar" la política industrial desde "el liderazgo público". Elkarrekin Podemos se compromete a reforzar Osakidetza "para que sea mejor de lo que fue".