Euskadi está de luto por el fallecimiento del lehendakari, José Antonio Ardanza, a los 82 años de edad. Ocupó ese cargo entre 1985 y 1999, cuando cedió el testigo a Juan José Ibarretxe. Nos ha dicho agur en plena campaña, en medio de un cruce de mensajes en el que él no se sentía cómodo, porque si algo demostró es que fue un político defensor a ultranza de los acuerdos transversales. Intentó, con éxito, construir una sociedad entre diferentes, entre nacionalistas y no nacionalistas, y todo a pesar de que ETA, especialmente durante su mandato, intentó dividir a los vascos.
En nuestra retina, los logros de la Mesa de Ajuria Enea y, sobre todo, la imagen de Ardanza horas después de que ETA asesinara a Miguel Ángel Blanco, salió de su residencia presidencial en Vitoria y emocionado, ante centenares de personas, anunció un acuerdo para aislar a Herri Batasuna. El Lehendakari, Iñigo Urkullu, ha calificado al lehendakari Ardanza como "referente político e institucional de primer orden en Euskadi" que trabajó "sin descanso por la paz y la convivencia".
En las últimas horas hemos escuchado al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien está aprovechando el altavoz de esta campaña para hacer oposición al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Así, ha acusado al Ejecutivo Central y también al vasco de falta de empatía con los autónomos y de convertirles en "una especie amenazada".
Desde el PNV, su candidato a lehendakari, Imanol Pradales, insiste en reforzar la Sanidad pública, que está muy en solfa en los últimos tiempos. Pretende que continúe siendo "la joya del autogobierno". El socialista Eneko Andueza defiende la escuela pública. Me imagino que lo hace sin olvidar que en el País Vasco los centros concertados acogen a la mitad del alumnado. Andueza pretende "acabar con el adoctrinamiento nacionalista". EH Bildu ha mirado fuera de las fronteras de la CAV para comprometerse a impulsar un servicio de cercanías entre la localidad navarra de Alsasua y la burgalesa de Miranda de Ebro. Eso sí, que pase por el País Vasco.